En lo que posiblemente representa una de las actividades más emotivas y significativas de la presente edición del Festival Internacional de Cine Guanajuato, se llevó a cabo en el Auditorio de la UG, la conferencia Ayotzinapa, ni un minuto de silencio más, como parte del programa ‘Mexicomorfosis’, eje temático del GIFF 2015.
Con un panel de personalidades y activistas de voz grave y determinación profunda, conformado por la moderadora Juliana Cano, directora adjunta de Amnistía Internacional Latinoamérica; el productor Epigmenio Ibarra; la actriz Eréndira Ibarra; el joven normalista Francisco Sánchez Nava; y Omar García, normalista también y sobreviviente a los ataques del 26 septiembre, la conferencia dio inicio, abriendo un espacio al diálogo y a la exposición de acciones de los principales movimientos sociales que surgieron a raíz de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos del municipio de Ayotzinapa, Guerrero.
La directora del GIFF, Sarah Hoch, emitió un conciso mensaje de bienvenida al panel, haciendo alusión a los cambios necesarios en el país para lograr que éste abra sus alas como una mariposa, realizando una clara metáfora en torno a la imagen de la Mexicomorfosis. Por su parte el auditorio, ocupado en su totalidad, no se limitó solamente al rol de oyentes, sino que en todo momento se escucharon voces y cánticos de apoyo para los 43 desaparecidos.
Juliana Cano tomó la palabra para introducir al panel y al tema en particular. Más allá de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, son más de 26 mil personas las que han sido victimizadas en este sentido, un índice alarmante que se encuentra bajo la impunidad absoluta por parte el Estado. Esta impunidad se traduce en un día más en el que las familias no saben qué sucedió con sus seres amados. Otro de los puntos trascendentales que pronunció la directora adjunta de Amnistía Internacional Latinoamérica, fue la importancia del lenguaje, la manera en la que se habla sobre las personas desaparecidas y sus familiares, esa forma esencial de dialogar de la sociedad en un sentido proactivo y no de omisión ni distancia.
Tocó el turno de Francisco Sánchez Nava, estudiante de la Normal Isidro Burgos, quién realizó un sólido repaso sobre todos los atentados que se han cometido sobre estudiantes y campesinos. Recordó los nombres de algunos de los 43 y demás compañeros de otros movimientos; reprochó el ataque del 26 de septiembre, además de exponer las ejecuciones por parte de miembros del ejército y la policía municipal, por ende los efectos de impunidad y corrupción frente al hecho de saber que ‘fue el Estado’. Exhortó a un llamado imperativo de impartición de justicia, a un levantamiento social por la legitimidad, a combatir sin tregua la corrupción y la impunidad, a que se esclarezcan los hechos perpetrados contra todos sus compañeros, a defender las escuelas normales y a organizarnos como un pueblo de jóvenes para liberar a México de los malos mandatos.
Por su parte, la actriz Eréndira Ibarra comenzó su discurso parafraseando a Elie Weisel, víctima del holocausto: “La indiferencia no suscita ninguna respuesta. La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. La indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica con el olvido. La indiferencia es un castigo.” Bajo este tenor, invitó a todos a un acto de conciencia y de toma acciones; a sumarse a los cientos de movimientos que existen en pro de hacer cambios sustanciales en el país, a solidarizarnos como pueblo, a compartir tiempo desde nuestras células de trabajo, como cineastas, creadores, diseñadores, contadores, etc. Entre los colectivos activistas a los que hizo referencia, se encuentra Ya me cansé, por eso propongo, quienes trabajan día con día a favor de crear una fiscalía anticorrupción auténtica e independiente, a eliminar el fuero; a reducir los salarios y prestaciones a funcionarios públicos y los presupuestos de gastos de campaña, así como a retomar los cuerpos policiales y su relación con la sociedad, entre decenas de iniciativas más que se encuentran en desarrollo.
Posteriormente, Epigmenio Ibarra tomó el micrófono con firme cadencia y aplomo. Dictaminó que es imprescindible parar la guerra. “El horror se ha vuelto costumbre. Desayunamos con decapitaciones, cenamos con levantones, nos acostamos con secuestros. Hemos perdido la capacidad de asombro, nos han robado humanidad.” La guerra deshace el tejido social y a los individuos. Sin miedo a las palabras, mencionó que la supuesta guerra contra el narco se ha convertido en una ‘política de exterminio’, realidad que está masacrando la actualidad mexicana. Habló acerca de la decadencia de la prensa, confluyendo cada vez más a los intereses corruptos de la política. “Tenemos que utilizar las redes sociales. Tenemos que participar, informar, recordar, y recordar es volver a pasar por el corazón. Recordar que 43 estudiantes, la mitad de una generación entera, fue arrebatada en una sola noche. Tenemos que hacer un esfuerzo obligatorio por recuperar la memoria, porque la memoria es futuro. Qué somos si olvidamos los nombres de nuestros desaparecidos.” concluyó, bajo el aplauso unánime y los gritos de justicia de todo el auditorio.
Para cerrar el panel, el normalista Omar García, sobreviviente de Ayotzinapa, tomó la palabra. Su postura frente al público era un portento de seguridad y soltura a la vez, su discurso era directo y sencillo, su petición es de justicia y de despojo de la estigmatización hacia su gente. Omar, en compañía de otros compañeros normalistas, ha recorrido diversos estados de la república exigiendo derechos y nuevas formas de gobierno. “Acordamos que mientras no nos mataran, alzaremos la voz”, y eso es lo que han hecho hasta el momento, dictar la historia, no bajo el propósito de reconocimiento, sino de equidad y legitimidad. Omar García es la representación del mexicano que no desgasta su tiempo en victimizarse, es un modelo de identidad contemporánea y de trabajo incansable, necesarios para suscitar generaciones que contribuyan a un país que logre calificar su desarrollo de real, de progreso, de nación.
En un acto sui generis que cerró con broche de oro su discurso, Omar ofreció ‘echarse una rola’, tomó su guitarra, Epigmenio y Francisco encañonaron los micrófonos apuntando hacia su voz y su lira para hacerlas más resonantes, y Omar García cantó: “Te estamos esperando en casa, hay una cama, un pan caliente y un guisado de mamá … Te estamos esperando en casa, hay un partido en una cancha y nos falta un jugador, hay una milpa que hay que hacerla florecer … Te estamos esperando en casa, hay una banda de guerra y una marcha sin tu voz, hay una silla vacía en el medio del salón y hay mucha gente que camina para verte de regreso”. Y de repente la Mexicomorfosis; el silencio atento del auditorio se TRANSFORMÓ en ovación.
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