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Deadpool 2 ofrece la misma irreverencia de la primera película, con la misma filosofía de las secuelas de comedia; ocasionalmente ofrece algo inesperado y muchas veces cae víctima de su propia irreverencia.
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Lo he dicho un gran número de veces: Deadpool no es de mi agrado, de hecho lo detesto. Desde sus apariciones en los cómics, el personaje se me hace pobremente dibujado, y peor escrito. No puedo conectar con sus historias y siento que son parte del rincón en el que Marvel trata de ser irreverente sin lograrlo a diferencia de otras obras de su pasado como She Hulk o Howard el Pato.
Tampoco entiendo su ascenso meteórico a la fama, siendo es una calca sin gracia de parte de Rob Liefeld (el nombre más infame en la industria del cómic), pero este se dio a partir del nuevo milenio porque Deadpool comenzó a ser más relevante en videojuegos y mercancía.
Deadpool de manera curiosa es el reflejo de cómo la 20th Century Fox no sabía qué hacer con sus franquicias, porque al poseer los derechos de los X-Men, su única visión para un personaje que estaba teniendo éxito creciente fue el intentar ponerlo como personaje antagonista para la precuela destinada a contar el origen de Wolverine, otra víctima de no entender la dinámica de los hijos del átomo, la cual es la de ser un equipo… cosa que nunca se vio a la perfección (ni creo que lo haga). Al final, destrozaron al personaje y con ello las esperanzas del público que quería verlo en una película… y la taquilla habla de inmediato. A pesar de ello, el proyecto de la primera película de Deadpool se llevó a cabo en un modo secreto, sin presupuesto, y con libertad creativa, total ¿Qué iban a perder?
Nada… de hecho, fue una bofetada al medio.
De la noche a la mañana Deadpool se volvió un éxito, la película clasificación R de superhéroes más taquillera de la historia, le devolvió la confianza a Ryan Reynolds con el personaje, y a pesar de todo, es una adaptación con corazón, porque pese a todo intento del estudio de no querer hacer caso, se hicieron los sordos y los involucrados en el proyecto ofrecieron una película que captura el estilo del personaje que tanto fascina a la gente.
Me cuesta trabajo aceptarlo, pero Deadpool abrió la puerta al cine de superhéroes atrevido que por años se había intentado hacer sin éxito, y gracias a su éxito tenemos cosas como Logan (James Mangold, 2017) que redefinen y postulan al género como uno de planteamiento más maduros sin abandonar la violencia que aquí se glorifica.
El éxito inesperado también planteó una obligada secuela, y como nos prometieron en la primera entrega en tono de broma, aparecería Cable. Son dos años después, y las cosas han cambiado: Tim Miller abandonó el proyecto por estar encargado en la secuela de Terminator que nadie pidió, obteniendo la dirección de parte de David Leitch, el doble que nos trajo John Wick (2014) y Atómica (2017) (o reconocido en la película como “uno de los tipos que mata al perro de John Wick”), Rhett Reese y Paul Wernick siguen como guionistas pero ahora incluyen a Reynolds en los créditos porque después de todo él es Deadpool… ah, y el presupuesto ahora es de 110 MDD, más del doble de la primera película.
Con estos elementos, hay mejoras, pero ciertamente unos elementos contrastantes, porque Deadpool 2 aplica lo de “si no está roto ¿Para qué arreglarlo?
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Está lo de siempre: burlarse del estudio, de la compañía enemiga, y de la carrera de Hugh Jackman y Ryan Reynolds ¿Funciona? Sí, pero a diferencia de la primera película, aquí hay un Deadpool sin frenos, que termina escupiendo referencias absurdas en todo momento; funcionan en cierto nivel, pero cuando en la misma escena, termina planteando chistes seguidos en contra de un mismo tema, en donde reclama su importancia dentro del género, y en donde se burla de la torpeza de los guionistas entran detalles en conflicto.
Sé que se le puede tachar de “Así es el personaje”, pero el hecho de que Deadpool sea un personaje que pueda reconocer las fallas dentro de su propia dinámica –fílmica y de papel- no le depura de fallar, y en cierto sentido fallar monumentalmente porque puede sentirse hipócrita.
Planteo los tres elementos que destaco:
Deadpool 2 no tiene cuidado a la hora de soltar bromas, mismo problema que suele resentirse dentro de otras películas del género. En este problema, siempre ha sido la situación de la calidad frente a la cantidad, y aquí la triada de guionistas deciden fundamentar la espiritualidad del personaje como uno al tanto de las referencias populares más frescas de la cultura popular norteamericana.
Funciona 1 de cada 3 veces, porque llega a usar el mismo chiste en la misma escena una y otra vez, y esto también llega a dinamitar el desarrollo más serio de su personaje, porque sí: hay un intento de crecimiento de Deadpool dentro de su relación sentimental y parte de lo que consideraba muy logrado en la primera entrega (ya que el gran chiste de todo el filme era que un personaje tan vulgar tenía una película romántica tan bien lograda a la par de cualquier chick flick que le pongas en frente), y no me hagan empezar frente a los horrendos chistes locales en los subtítulos que “regionalizan” sin importar lo que de verdad se está expresando, haciendo ver que la audiencia lee una referencia que sí entienden pero que resulta ser una falsedad … claro que no importa porque sueltan una carcajada.
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Deadpool 2 trata de aseverar su importancia dentro del género… pero no hace mucho por mejorar lo que ya había obtenido. Es cuestión de verdaderamente pensar si es necesario que lo haga, pero es confuso lo que siguen intentando hacer. Plantear el universo de los X-Men sin explorar los elementos fuera de los mutantes es como decir que Fuck the Police de N.W.A es una excelente canción porque dicen Fuck.
Hay un material enorme del que no deciden explorar, usando personajes que no deciden adaptar de manera muy fiel y sólo para soltar el chiste. Los hacen desposables en una de las secuencias más graciosas de la película pero también termina siendo usado en su contra con ciertos cameos que si los analizamos, son inútiles porque repasan problemas de una franquicia que jamás ha entendido el alcance de sus personajes.
Y la película se justifica, planteando las decisiones del proyecto como “labor de guionistas flojos”… tomando un nivel de superioridad similar al de Cinemasins, lo cual es grave porque intenta sentirse libre de cualquier observación, como la incoherencia de su mensaje anti violencia infantil que termina por ningún lado.
Pensaba esto mientras veía la película porque la mayoría del tiempo no conectaba con la audiencia que adora al personaje, y lo entiendo a la perfección. Es un viaje con ocurrencias que honestamente sacaron una que otra sonrisa en mi rostro, en donde me parece muy curioso ver tres personajes de Rob Liefeld siendo adaptados y competentes-sobre todo Domino que nunca pensé ver en pantalla grande- y en donde no puedo decir que la falla se encuentre en las actuaciones, porque todos de verdad ofrecen un trabajo espléndido y ni qué decir de Reynolds que le pagan por hacerse el estúpido y lo disfruta.
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Taika Waititi está orgulloso de Ricky James.
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Pero cuando falla, falla de manera monumental. Mi consejo sería: si no te gusta el personaje o la primera película, encontrarás muchos elementos y quizás más que te harán pasar un mal rato; si por el contrario la estás esperando, bueno, mis letras son inherentes a tu pasión y me alegra que encuentres divertimento en donde yo no lo hice, porque Deadpool 2 echa toda la carne al asador, muy a pesar de que haciendo esto termine tirando cantidades obscenas al suelo.
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