Todo avance tecnológico siempre conlleva un debate entre Apocalípticos e Integrados. De acuerdo a la terminología de Umberto Eco, se encuentran los que aceptan la tecnología y son capaces de percibir toda una gama de posibilidades a través de sus avances, así como los que se muestran escépticos y críticos acerca del tema.
Por lo general, el precio de la UTOPÍA, tratada como esa evolución tecnológica aplicada a nuestra vida cotidiana, se ha visto siempre con cierto negativismo en la literatura y el cine, pues somete al individuo a intereses creados a través de quienes dominan el desarrollo tecnológico (tal es el caso de Metrópolis, de Fritz Lang, o de Modern Times de Chaplin) aunque no siempre es así. Con base en los argumentos cinematográficos que se han desarrollado sobre la esfera tecnológica a través de la historia, el GIFF programará una serie de películas en las que por un lado se muestre ese enfoque opositor en ciertos títulos, compensándose con la otra visión positiva; filmografía que enseña el progreso de las sociedades en el supuesto de la tecnología y la calidad de vida.
Japón, nuestro invitado de honor, es un país paradigmático en lo que aplicación de avance tecnológico y desarrollo social se refiere. Hasta principios del último tercio del siglo XIX, Japón era una sociedad eminentemente feudal. Fue entonces cuando se produce la revolución MEIJI que supone la modernización del país. Lo que hicieron fue enviar a jóvenes por las universidades de todo el mundo para impregnarse de los avances que se producían e incorporarlos a la sociedad japonesa, realizando mejoras posteriormente en el país nipón. Así es como consiguieron colocarse en el siglo XX a la cabeza del desarrollo tecnológico.
El siglo XXI se dibujaba también como una gran UTOPÍA, como el imaginario supermoderno donde el humano y la máquina encontrarían absoluta complicidad. Con esta idea, la trama urbana sería capaz de transfigurar la forma de sus ciudades, mediante la extensión de sus medios de comunicación. Las fronteras terrestres desaparecen dando paso a nuevos territorios marcados por el conocimiento y la tecnología humanizada.
Vivimos la obviedad de toda realidad material y geográfica, la imagen del cuerpo físico multiplicada, la importancia del acceso a la sociedad de la información; una perspectiva para muchos preocupante, para otros un deseo alcanzado. La máquina no sustituirá al hombre, pero le hará la vida más fácil. El futuro es hoy y el ser humano ya no debe adaptarse a las máquinas; el ser humano debe ser la máquina.