Homenaje
FERNANDO LUJÁN
Detrás de esa mirada, fuerte, decidida, tierna e imborrable se encuentra el hombre que ha dado vida a los más entrañables personajes, quien nos ha llevado a esperar en el muelle cada domingo una carta, o quien nos ha hecho sentir hasta los huesos la muerte de Nora. Fernando Luján lleva en la sangre la pasión que se requiere para pisar escenarios, figurando como uno de los más importantes actores mexicanos.
Heredero de una dinastía talentosa de grandes personalidades de la actuación: la familia Soler por su madre, Mercedes, también actriz; y los hermanos Ciangherotti, por su padre Alejandro, despertaron en él desde pequeño la curiosidad de emprender la profesión que lo llevaría a ser uno de los actores más reconocidos de nuestro país. Fernando recuerda haber crecido aprehendiendo el arte, mediando su interés y su inquietud por el cine y la actuación, que venían a él, naturalmente, de familia.
Debutó a muy temprana edad. Contando con tan sólo siete años, actuó en la obra Marianela, escrita por Benito Pérez Galdós. Más adelante, cuenta, en los inicios de la televisión, recibió una invitación del director Julio Bracho al trabajar en un número con su hermano Alejandro para el programa Zarzuelas. La película de Bracho en cuestión se tituló La Cobarde, en 1947.
Participando posteriormente en cintas como El Mil Amores, Fiebre de Juventud y Acapulco a Go Go, Luján comenzó a explorar la faceta del eterno enamorado y la debilidad por lo femenino. Sus inicios nos traen a la memoria al joven bien parecido y carismático que, a base de esfuerzo y disciplina, cualidades elementales de su oficio, pudo labrarse un lugar respetable en el cine de la Época de Oro, logrando reconocimiento en la cinta La Segunda Mujer, de 1952.
Su presencia en la pantalla grande se traduce en más de un centenar de cintas, entre las que destacan Viento Negro (Dir. Servando González, 1965); ¿Qué haremos con papá? (Dir. Rafael Baledón, 1965); Estas ruinas que ves (Dir. Julián Pastor, 1978); El coronel no tiene quien le escriba (Dir. Arturo Ripstein, 1999); En el país de no pasa nada (Dir. María del Carmen Lara, 1999), El Tigre de Santa Julia (Dir. Alejandro Gamboa, 2000), Cinco días sin Nora y Tercera llamada (Dir. Francisco Franco 2012).
El talento de Luján lo han llevado no solo a conquistar los terrenos del séptimo arte, sino también a escribir y dirigir obras de teatro con gran reconocimiento. En 1969 debutó con la obra Cuando las chicas no quieren, de Reich, Cuatro y Ernesto de Alfonso Paso y más tarde en 1976 dirige Un tirador franco, de Velker.
Desde aquél entonces a la actualidad, su carrera no ha seguido otra dirección que no sea la ascendente. Fernando Luján es un hombre de pasión, disciplina y estudio. Más de cien películas y cuarenta obras de teatro, y un trabajo destacado en televisión asimismo, legitiman una de las carreras más loables del espectáculo mexicano.
Ahora se encuentra por estrenar su última película dirigida por Francisco Franco, Tercera Llamada, una muestra más del talento y la dedicación con los que el Primer Actor ha rubricado cada uno de sus trabajos y la memoria del cine mexicano.
Hoy rendimos tributo a un gran actor y sobre todo un entrañable ser humano. Nos honra reconocer al hombre que ha dejado una vasta memoria cinematográfica y que continúa regalándonos su mirada en cada uno de los proyectos que emprende.
Al primer actor, al amigo, al personaje, a Don Fernando Luján, hoy le pedimos ¡Más cine, por favor!.