Disparos
Selección Oficial Documental México
Dir. Rodrigo Hernández y Elpida Nikou
La Escala Richter dice: En inglés, “disparar” es “to shoot”, un término que también significa “grabar” o “tomar fotos”, entonces según el inglés, cuando estás tomando una foto, estás “disparando” al sujeto de la foto que estás tomando. Esto hace que el título de este documental, “Disparos”, tenga un doble sentido muy ingenioso, ya que trata de un fotógrafo en Iztapalapa que obtuvo reconocimiento por capturar imágenes violentas del vecindario en el que vive (Iztapalapa, localizada en el noreste de la Ciudad de México). Jair Cabrera fue fotógrafo para La Jornada y tomó una fotografía de un cadáver que cuelga de un puente que fue destacada en Time Magazine como una de las mejores fotografías del 2015, así como en otras publicaciones internacionales importantes. Este documental, que resulta ser la ópera prima de los periodistas Rodrigo Hernández y Elpida Nikou (quienes han viajado el mundo grabando y denunciando conflictos políticos y sociales), nos ofrece una mirada íntima hacia la vida de Jair: su proceso para escoger sus fotografías, su relación con su familia, los eventos históricos que han marcado al país en los últimos años (incluyendo la desaparición de los 43 Normalistas de Ayotzinapa) y lo que para él significa tomar fotografías.
Los cineastas utilizan como contexto el taller de fotoperiodismo de Jesús Villaseca, un taller que tomaron los cineastas y que al parecer los inspiró a realizar este documental, primero queriendo enfocarse en diferentes alumnos y sus luchas, eventualmente decidiendo enfocarse en la historia de Jair durante cuatro años que se fueron desarrollando los eventos que seguimos a lo largo del documental. Su experiencia como periodistas está presente en cada imagen que vemos en la pantalla, ya que Hernández y Nikou mantienen una estética casual, casi hogareña, manejando tomas en movimiento y más enfocados en capturar imágenes que en crearlas, cosa que le da más potencia a la tesis de esta película, que es el poder de capturar estas imágenes que no esperan a que el fotógrafo esté listo y así contar las historias que necesitan contarse. El hecho que los cineastas siguieron a Jair por cuatro años les permitió capturar momentos muy emotivos, en particular un momento en el que Jair regresa a casa después de haber sido retenido por “La Familia Michoacana” (supuestamente) en la zona Norte de Guerrero, vemos las reacciones de cada miembro de su familia cuando ven a Jair y las conversaciones que surgen de ese momento, capturando algo que muchos cineastas buscan crear en sus narrativas, aquí dándole ese toque completamente genuino.
Las reflexiones de Jair son lo que destaca en esta cinta. Empieza con Jair hablando de cómo los disparos lo despiertan y lo atormentan en un lugar donde para todos sus vecinos, la violencia es algo a lo que ya están acostumbrados y lo ven como parte de lo que sucede cada día. Las escenas en su casa con su familia en las que discuten los contextos políticos de lo que suceden le da un sentimiento hogareño a esta historia, y tener escenas como esa es una de las ventajas de un documental que se fue desarrollando a lo largo del rodaje, ya que sus cineastas lograron encontrar momentos tan contundentes que los que se crean en una cinta narrativa, solamente que estos momentos los vemos exactamente como sucedieron.
Vendrán lluvias suaves
Selección Oficial Largometraje Internacional
Dir. Iván Fund
La Escala Richter dice: Muchas historias emocionantes son aquellas en las que un grupo de niños sin adultos embarcan una aventura e intentan sobrevivir utilizando sus destrezas, su ingenio y el compañerismo que tienen entre ellos. Esto lo vemos más que nada en películas de fantasía en las que los niños se enfrentan a algún fenómeno sobrenatural que los padres no entenderían o sabrían qué hacer. En el caso de Vendrán Lluvias Suaves, la película más reciente del cineasta argentino Iván Fund, inspirada muy vagamente en un cuento corto del famoso autor estadounidense de ciencia ficción Ray Bradbury, vemos a un grupo de niños que tienen que valerse por sí mismos cuando un evento nuclear lleva a que todos los adultos del vecindario no puedan levantarse de sus camas (la cinta nunca deja muy claro por qué no pueden levantarse, o si solamente están dormidos). Cuando comienza la película, Alma, una niña introvertida y al parecer dependiente de sus papás, es llevada a casa de una amiga a pasar la noche, por primera vez sin sus padres y con la promesa de que al día siguiente regresarían por ella, cosa que no sucede. Alma y sus amigos (Massimo, Florencia y Emilia) trabajan juntos para sobrevivir y alimentarse solos sin sus padres, pero Alma tiene a su hermano en casa, por lo que ella y sus amigos emprenderán un viaje por las calles de su vecindario (que para ellos son enormes y abrumadores) para juntarse con su hermanito. En el camino encuentran a una perrita abandonada en un auto que deciden adoptar y conocen a Simona, una niña mayor que vive con su abuela y que se compromete a cuidar a esta pandilla.
A diferencia de otras películas con una premisa como esta, Iván Fund maneja el material con mucha naturalidad, capturado por el ojo del camarógrafo Gustave Schiaffino (utilizando primordialmente luz natural y tomas abiertas del exterior que hacen que este mundo se vea más grande, como lo ve un niño). Hay muy poco diálogo y cada niño reacciona a sus alrededores sin describirlo ni hablar mucho al respecto, excepto unas pocas reflexiones en las que algunos de los niños expresan sus miedos de que sus padres nunca se despertarán. Los personajes son bautizados con los nombres de los niños actores, cosa que indica que esta cinta fue creada a lo largo del rodaje con niños que crearon estos personajes a partir de ellos mismos, y se nota en los juegos que juegan a lo largo y las reacciones que tienen que rara vez parecen las de niños que fueron entrenados a mirar a la cámara. Aún con la estética naturalista, el cineasta le inyecta ese toque de fábula al presentar diferentes momentos en la historia con ilustraciones y breves narraciones que parecen páginas de un libro para niños, dejando claro que estamos viendo algo retirado la realidad, aunque se sienta que tiene los pies firmes dentro de ella.
La decisión de contar la historia con niños es interesante, ya que el cuento corto de Ray Bradbury trata de un mundo en el que todas las máquinas que fueron diseñadas para servir al hombre continúan sus labores después de que un evento nuclear elimina a todos los humanos. ¿Por qué será que Fund quiso adaptar esa misma historia tan desesperanzadora con niños en vez de máquinas? Afortunadamente, aunque la historia se mantiene ambigua, también es esperanzadora, mostrando como un grupo de niños aprende a valerse por sí solos en un mundo sin adultos y otorgándoles algo que podría considerarse un futuro.