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El Movimiento
Selección Oficial Largometraje Internacional
Dir. Benjamín Naishtat
GTO | Jueves 28 | 16:00 hrs | Teatro Juárez
La Escala Richter dice: ¿Es mejor tener un líder o no tenerlo? Por un lado cuando no hay líder, la gente está perdida y hace lo que quiere sin un reglamento que dicte su comportamiento, pero por otro lado, un líder tiene demasiado poder sobre la gente y con ese poder puede llegar a hacer cosas que perjudican a los que juró proteger. Sí, por supuesto que hay líderes benévolos que toman su juramento en serio, pero vivimos en un mundo en el que han subido líderes como Adolfo Hitler, Porfirio Díaz, Joseph Stalin y en el que posiblemente podría subir Donald Trump. En su segundo largometraje como director, el cineasta argentino Benjamín Naishtat explora las condiciones que llevan a que un líder como ese pueda subir al poder en una versión ficticia de Argentina en el año 1835 (en esos periodos cuando Argentina recién se había independizado y pasando por un periodo de anarquía). En su primera escena, vemos como un General captura a un viejo vendiendo panes dulces pensando que es un espía y, en una escena en la que la cámara parece estar alejándose lo más que puede de la acción, aun pudiendo capturar lo que sucede, lo decapitan con un cañón. Con esta primera escena nos queda claro que en este mundo que estamos viendo, algo tiene que cambiar.
Después conocemos a “El Señor” (Pablo Cedrón), un hombre que busca a todos los campesinos que se pueda encontrar para convocarlos a una junta en la que se hablará de “El Movimiento”, el concepto que nunca nos definen (aunque él insista que lo tiene muy claro) y que parece estar basado en vagas promesas de que todas las cosas malas que les están pasando (la peste, que los indios se roben a sus hijas) no sucederán. Naisthat nos deja claro que este no es un hombre que podemos confiar, ya que al primero al que lo vemos convocar, quién le dice que no puede arriesgar todo lo que tiene por este “Movimiento”, lo mata por cobarde. Este es un hombre que busca el poder para hacer las cosas a su manera y aprovecha la mala situación del país, la desesperación que tiene la gente de que las cosas cambien y el miedo (o pereza) que tienen de cambiarlas ellos mismos, para venderles su “Movimiento” y subir al poder. Si esta es una crítica que le hace el director a algún líder argentino (posiblemente Juan Manuel de Rosas que estaba en el poder en ese entonces), el director no lo deja claro y no necesita dejarlo en claro.
Naishtat nos presenta esta historia en blanco y negro con el aspect ratio 4:3 (que era común en las películas de la primera mitad del Siglo XX), al parecer para darle el look de otra época y al mismo tiempo abundan los close-ups a las caras de nuestras personajes (y en ciertos casos, la cámara está incómodamente cerca de sus caras), creando ese sentimiento de no poder escaparnos del hecho que estas cosas suceden todo el tiempo en nuestro mundo. Cabe destacar la fotografía de Yarara y Soledad Rodríguez que nos apuntan a la belleza de estos paisajes en los que nos encontramos, envenenados por esta fealdad que existe en las intenciones y acciones de los humanos que la habitan, y aquí es donde hay que destacar la actuación de Pablo Cedrón. A través de él entendemos lo que nos atrae de estos líderes que nos prometen sacarnos de estas situaciones desafortunadas y cómo por eso permitimos una situación posiblemente peor.
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Gringo
Selección Oficial Largometraje México
Dir. José Luis Solís
GTO | Jueves 28 | 18:00 hrs | Auditorio de la Universidad de Guanajuato
La Escala Richter dice: Hay películas que vienen de un lugar muy genuino, de un sentimiento que se comparte con muchos en el lugar en el que se encuentra el director. Los que son de México e identifican este país como su hogar sufren un dolor que surge de los acontecimientos de los últimos años en el país y seguro muchos han luchado con su lealtad con México y considerado la posibilidad de irse a algo mejor (aquellos que pueden, por supuesto). Gringo nace de ese sentimiento, de esa idea que México posiblemente se esté pudriendo y que lo mejor que pueden hacer los que tienen la oportunidad de hacerlo es dejar el país. Gringo cuenta la historia de Omar (Fernando Álvarez Rebeil), un joven de Monterrey que pronto será padre y viaja a San Antonio para una entrevista de trabajo. Omar y su esposa Esperanza (Ana Ochoa) ya vivieron del otro lado (donde Omar hizo su doctorado) y nunca estuvo en sus planes regresar para vivir, pero en este viaje por carretera Omar tendrá que enfrentar lo que ha sido del país en el que creció y más cuando decide regresar al rancho de su padre al que no ha regresado desde que murió.
La película está armada como un thriller, cada escena construida para angustiar al público y meterle ese sentimiento de que algo malo está por suceder. Las tomas que se extienden más de lo que el público está acostumbrado (dándoles la oportunidad de examinar el encuadre completo para ver si viene algo malo), la música de Samuel Larson (que consiste de sonidos filosos), el poco diálogo que tiene el guion de José Luis Solís, todo esto suma a una experiencia en la que constantemente esperamos que lo peor suceda (y con todo y todo, solamente hay una escena de violencia). Aunque hay una escena que sucede en Estados Unidos, solamente vemos un interior, entonces nunca vemos si es una mejor opción, pero lo que la cinta sí deja muy claro es lo peligroso que se ha vuelto México con unas imágenes no muy sutiles (de las que vemos en las noticias todos los días) y una dedicatoria a todos los números que tienen tanto significado para los mexicanos.
No obstante el tono no es de crítica, sino de un dolor profundo que solo viene con un amor profundo a México y una tristeza inimaginable de que las cosas estén así. Fernando Álvarez Rebeil, un actor que hemos visto mucho en el cine mexicano últimamente, es nuestro guía a través de ese dolor, utilizando su naturalidad para encarnar a un personaje que es lo suficientemente específico para ser memorable y al mismo tiempo logra representar a cualquiera que tiene una alternativa a estar en este país. Ana Ochoa construye a su personaje con la limitación de que nunca la vemos afuera de su casa, presentando la otra cara de este suspenso que vivimos constantemente: la idea que en cualquier momento, la persona a la que esperamos no regrese. A través de ella entendemos ese miedo que se vive de esperar lo peor y lo que lleva a que la gente de aquí busque una alternativa a México, aunque no nos guste pensarlo.
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