En el 18 El Salón de la Crítica, el crítico de cine Fernando Moreno eligió esta crítica de ‘On Body and Soul’ para ser publicada.
Por: Sergio Coronado
El cine europeo está lleno de joyas que a veces lamentablemente no son tan conocidas como deberían serlo debido a su alta calidad, uno de estos casos es el de la ganadora del Oso de Oro en la Berlinale 2017, On Body and Soul (A teströl és a lélekröl), producción húngara de la directora Ildikó Enyedi, que resulta en una historia de amor original e improbable sobre dos personas que no se conocen pero generan una conexión mutua y casi mágica a través de sus sueños, en los cuales ambos son ciervos que deambulan por un frío bosque que se asemeja a la soledad fría y por momentos desesperante que viven diariamente.
Al poco tiempo de que Maria entra a trabajar a un matadero, en este se da un robo que tiene como consecuencia la llegada de una sicóloga que tras hacer unas pruebas a quienes trabajan ahí descubre que dos personas sueñan exactamente lo mismo, lo que parece al inicio una mala broma pero que resulta cierto y esto llama la atención de los dos involucrados. De un lado tenemos a la ya mencionada Maria, solitaria y un poco rara en su manera de actuar, y en el otro está el jefe del lugar, Endre, un hombre aparentemente amargado que a su manera lidia con su propio dolor.
El descubrimiento que hacen los dos protagonistas sobre su sueño compartido, funciona como detonante para darle forma a una historia sobre la eterna búsqueda del amor y también acerca de la búsqueda de razones para estar vivo sin ser solamente personas que vivimos por inercia cumpliendo con una rutina diaria que a veces parece no tener sentido alguno. Resulta vital la forma en la que se ilustra como un sueño sin un aparente significado, es en realidad un fuerte mensaje para encontrar esa felicidad que en ocasiones se antoja lejana.
On Body and Soul es una película triste, poética, cruda, bella y visceral en muchas formas, se trata de una experiencia cinematográfica para los sentidos con una percepción delicada. La historia avanza de manera lenta, pero esta narrativa es la adecuada para guiarnos hasta el encuentro de dos personajes que, al conocerlos mejor, parecen destinados a estar juntos, pero afortunadamente en ese proceso no se cae en la cursilería ni en los dramas innecesarios; podemos decir que la directora mantiene el tono realista pero con algo de magia para darnos un muy buen filme.
Estamos ante una película sobre un amor sin reglas, donde solo hay que sentirlo y dejarse llevar. Es una pieza íntima y creativa que te deja pensando sobre muchas cosas.