El Salón de la Crítica está de regreso, el crítico José Antonio Valdés eligió esta crítica de ‘El rey de la comedia’ de la edición de Octubre de 2019 y ahora la compartimos con ustedes.
Por: Juan Ramón Ríos @jramonrios
Cause i’m gonna be true if you let me
JOHNNY MERCER
Come Rain or Come Shine
Pumpkin, Pipkin, Puffer, Krupkin, Pupper, Potkin. Pronunciándolo mal, Rupert Pupkin es un hombre al que se le arrebata su nombre continuamente. “No significa mucho para usted pero sí para mí”, le diría el personaje interpretado por Robert De Niro a su némesis/ídolo que encarna Jerry Lewis. Es en ésta necesidad de reafirmación de identidad donde surgen los atisbos de alguien que sabe cómo conseguir las llaves del reino y está dispuesto a todo para tomarlas. Una travesía íntima de cruda turbación hacia el objetivo de implantarse en la memoria colectiva, haciendo de paso una sátira aguda y cruelmente relevante acerca de la industria cultural y el mundo del espectáculo.
El filme se inserta como un nuevo capítulo en la búsqueda reiterada de Martin Scorsese por penetrar la alienación que habitan las almas solitarias que retrata. Y hasta sus apoteósicas últimas consecuencias, la película está enmarcada en la atmósfera del late night show ficticio establecido como termómetro mental del protagonista cuya realidad distorsiona tan fácilmente con miras a la notoriedad. Para estos fines, Scorsese nunca reduce a su personaje a una víctima y es allí donde yace su potencialidad más afilada; sin escenas explicativas ni didácticas, tanto la percepción como el vínculo que establecemos con Pupkin es libre. Con una violenta contención compuesta desde el montaje y la puesta en escena, se trata de una obra mayúscula a menudo subvalorada que, no obstante, con el tiempo parece haber cobrado una pertinencia inaudita, apuntando a tópicos entre los que se cuentan: la sociopatía mediática, el acoso, la celebridad instantánea, la hostilidad de lo absurdo, más esbozos de masas insaciables y fans agresores.
En su toma final puede establecerse un juego de complementariedad que pone en diálogo una obra bastante posterior del realizador neoyorquino; una especie de secuencias en espejo. Ya que si The King of Comedy (1982) termina con la expresión triunfante, casi desbordada, en el rostro del perpetrador criminal, The Wolf of Wall Street (2013) termina con una panorámica del público cautivo, sometidos visualmente ante su modelo aspiracional y prestando oídos atentos por el anhelo desesperado de convertirse en alguien así. Sin embargo, devolver la mirada y la responsabilidad a los espectadores no le tomaría treinta años a Scorsese, es algo que ya se encuentra implícito en The King of Comedy. Basta con escuchar las palabras de Van Morrison en la canción que suena mientras van apareciendo los créditos finales: Wonderful Remark, suerte de reconocimiento melancólico confrontativo ante una manipulación asumida. Sabemos que tipos como Pupkin juegan con nosotros. ¿Cómo podemos ver la violencia que estalla frente a nuestros ojos? ¿Cómo podemos escucharles? ¿Cómo dejamos que llenen nuestros espacios con su voz/risa vacía?
[¿]Cómo podemos escucharte[?]