Los críticos han notado ciertos elementos en Red que hablan de forma metafórica sobre la menstruación… bueno, no sería la primera vez en la que este tema se tratara de forma animada dentro de las producciones del ratón más famoso del mundo.
Finalmente se ha estrenado Red de Disney/Pixar, y ha sido una película bastante controversial y sin querer serlo. Suficiente con decir que el estudio la ha dejado en el completo olvido al relegarla a un estreno dentro de plataforma, que demerita el esfuerzo de Domee Shi –la primera mujer en dirigir una película de Pixar– y su equipo bajo justificaciones poco esclarecedoras como la pandemia del COVID que claramente no afectaron a los estrenos de cosas como las de Marvel.
Es una película muy enternecedora y entretenida, y la crítica especializada ha estado infiriendo en los significantes dentro de Red, porque al hablar de una metáfora sobre el paso de la adolescencia por parte de una niña, esto involucra temas específicos dentro de su propia naturaleza como la menstruación, y la película hace énfasis en el cambio hormonal de su protagonista, a la que vemos con incesantes colores rojos en su atuendo, color de pelo, y fenómeno específico que a toda mujer puede pasarle: volverse un panda rojo gigante, o algo así.
Red trata estos temas en un mundo que preferiría pasarlos por debajo de la mesa lejos de encararlos de forma sobresaliente, y es que en realidad no hay muchas películas que se animen a retratar el fenómeno de la menstruación en la animación, amén de las exploraciones sexuales que conllevan esta etapa, particularmente siempre enfatizada
como el fenómeno del rechazo familiar por la discordancia de las acciones tradicionales en torno a la rebeldía del momento y con alteraciones físicas cómicas, pero cuesta trabajo pensar en una película o material que retrate esto.
Lo curioso es que el estudio de Walt Disney tiene en su haber un tratamiento sobre la menstruación, del que poco o nunca se suele mencionar, y es que en se trata de un proyecto animado de hace más de 76 años.
A pesar de que hoy se vea como un preocupante titán de los medios de comunicación y entretenimiento, para la década de los años cuarenta el estudio de Walt Disney encontraba fracaso tras fracaso de taquilla. Fuera por proyectos bastante arriesgados como Fantasía de 1941 –que introdujo el video musical cuando este no existía- o Bambi con sus paisajes naturistas, la verdad es que casi todos los demás sufren de una carencia de animación en parte por las decisiones de Walt Disney frente al sindicato de animadores que amenazaba con dejar de trabajar bajo las deplorables condiciones de labor que sufrían y, sobre todo por la segunda guerra mundial, que significaba menos ingresos locales, y la imposibilidad de expandir mercados europeos por el veto de guerra.
Si el estudio existe hasta nuestros tiempos, fue porque en medio de la necesidad Walt Disney estuvo generando propaganda a través de sus cortos animados. Todo mundo conoce los que estaban enfocados a la exaltación de los aliados y particularmente del ejército norteamericano como cuando Donald aparece en una parodia del partido nazi en Der Führer Face de 1943, pero estos van más allá de la participación bélica de su momento, porque Disney y los conglomerados de cualquier negocio que te puedas imaginar, vieron a la animación como el perfecto elemento para educar a la sociedad suavizando temas en cortometrajes bastante digeribles.
De ahí que el Departamento de agricultura de los Estados Unidos, el Departamento de relaciones internas, y compañías como Westinghouse Electric, Cereal Institute, The Texans Company y hasta General Motors pidieran cortos animados que pagaban bien y servían en una época en donde la televisión era desconocida para los habitantes norteamericanos.
Precisamente uno de las empresas que se acercó a Disney para un “infomercial animado” fue Kimberly-Clark, quien tenía problemas para promocionar Kotex –su marca de toallas femeninas- por lo escandaloso que podía resultar promover un producto de higiene femenina alejado de las páginas de revistas de género. La historia de la menstruación tenía de por medio el “renombre” de ginecólogo Mason Hohn, quien
supone avaló la veracidad de lo propuesto en el material y fue encargado al animador estrella de esa etapa de Disney: Jack Kinney.
Su nombre pasaría desapercibido pero fue precisamente el director tras el corto del Donald nazi que todos recuerdan y que le hizo acreedor al estudio de un premio de la Academia en la categoría de mejor corto animado, y era un tipo de constante labor y exigencias, siendo la cabecilla de los filmes antológicos como Los tres caballeros, Música y melodía –en donde fue el asombroso director de 4 de 10 de los segmentos contemplados para el filme- y de Las aventuras de Ichabod y el señor Sapo.
Como un proyecto de 1946, La historia de la menstruación es una cápsula del tiempo bastante curiosa, porque presenta algunos adelantos dentro de la conversación de la educación sexual –claro, fundamentados por una empresa que buscaba vender sus productos- indicando el ciclo menstrual dibujando una matriz y con una voz calmada que da a entender a las mujeres y probables niñas que presencian el material, de que esto es bastante normal y parte a su vez de un ciclo de vida que todas llegan a experimentar en variables de edad, complexión y duración. También se dedica a mitigar algunos mitos como que las mujeres no pueden ejercitarse durante la menstruación… y a su vez el corto da uno que otro paso para atrás.
Por mucho que hayan dibujado una matriz y hayan dicho la palabra vagina –la primera vez que ocurre esto en un medio fílmico- por razones de no generar escándalo y horror, la menstruación aparece de color blanco en algo que es muy probable que haya generado confusión entre las asistentes quienes verían que su expulsión se tratara de una de color carmesí. Mucho menos ayuda ciertas concepciones de la mujer, como el que es su obligación el estar felices porque no es culpa de nadie lo que les está pasando y que los cólicos se pueden solucionar simplemente con una postura adecuada que además es la correcta para la vida natural.
Verlo en estos tiempos da gracia, pero también es que su impacto no es siquiera razonado por futuras generaciones. La historia de la menstruación se utilizó en aulas escolares de Estados Unidos y probablemente del mundo hasta el año de 1976, e
incluso el cortometraje sería seleccionado por la Librería del congreso en el año de 2015 por considerarlo uno de valor histórico y estético dentro de la historia fílmica del país.
Y por la falta de copyright, es uno que puedes ver de manera gratuita, aunque eso sí, de una mala calidad porque Disney jamás ha tenido interés en restaurar este, y la mayoría del catálogo propagandístico de su etapa más complicada.