[vc_row][vc_column width=”1/2″][vc_single_image image=”21333″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][vc_column width=”1/2″][vc_column_text]Titulo original: Godzilla: King of the monsters.
Dirige: Michael Dougherty.
Elenco: Millie Bobby Brown, Vera Farmiga, Kyle Chandler, Charles Dance, Ken Watanabe
País: Estados Unidos
Duración: 132 minutos.
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En la vieja tradición del lagarto escupe fuego atómico los monstruos son un deleite, los humanos son un tropiezo.
Qué paso ha tenido Godzilla. Lo que comenzó como una alegoría a los horrores nucleares trasladados en un ser monstruoso e imposible de detener en 1954 no duraría bajo este perfil, porque la rentabilidad del personaje se hizo evidente y así, una entrega después, Godzilla se volvió la cabeza del género Kaiju, en donde se enfrentaría a amenazas gigantes hasta el fin del siglo. Si bien la deformación del Godzilla original es algo notorio, el perfil de las películas de la franquicia siempre estuvo al tanto de los elementos populares de cada año, por ello es que Godzilla pelea con monstruos, además de tener pastiches de películas infantiles educativas, aventuras espaciales, peleas con simios y delirante psicodelia, y eso es sólo durante su etapa clásica.
Posteriormente el monstruo también adoptaría elementos provenientes del fenómeno del ánime para estandarizar un ritmo de batallas hacia finales de la década de los años ochenta, y volver a ser una crítica dura –esta vez infundada hacia el gobierno- por parte de Hideaki Anno, curiosamente una de las figuras más importantes del ánime. Hay tanto potencial en el monstruo gigante que escupe fuego atómico, pero estos casos son enteramente provenientes de su país natal, porque los intentos provenientes de otras partes del mundo, parecen no conseguir la fórmula ganadora.
Si bien en los noventas tuvimos el infame episodio de Roland Emmerich –que hizo mandar al carajo la cláusula japonesa de no usar al personaje para darle espacio a la trilogía del nuevo Zilla– en el 2014 tuvimos un intento logrado de parte de Gareth Edwards, en donde mostraba respeto y potencial al personaje con un acabado visual bellísimo. Ahora sin Edwards llega una secuela a cargo de Michael Doughterty, quien además co-escribe junto a Zach Shields y en donde parecen responder a las críticas del anterior filme, con resultados dispares.
Es un placer ver a viejos conocidos de la franquicia volver a la pantalla grande, porque detrás de ellos hay un cuidado sumamente especial respecto a diseños que evocan a los clásicos y que le dan una integridad dentro de un mundo en donde Godzilla no es un hombre disfrazado. Esto pasa de manera más notoria en el diseño de Mothra, quien adquiere unos rasgos más agresivos que le dan elementos aptos para batallar contra los demás seres.
Esto se acrecienta sobre sobre con la sorpresa de escuchar a un compositor moderno que no teme traer de vuelta el tema clásico de Godzilla y de Mothra compuestos el siglo pasado por Akira Ifukube sin omitir un toque personal que deja como minuta la vigencia y valor de estos, que en manos de otro compositor hubieran pasado a oídos sordos.
Y es cierto que uno viene a ver monstruos pelear, pero el problema yace en la contraparte humana, porque aquí ni Shields ni Dougherty tienen una clara definición sobre lo que intentan, prometiendo tantas cosas que al final no quedan exploradas. Lo que suponen ser cuestionamientos sobre la moralidad de vivir con estas cosas, y una familia quebrantada por el fenómeno de Godzilla queda reducido a que en cada escena, los protagonistas escupen exposición, tras exposición, tras exposición.
Esto no sería tan desgastante, si no fuera porque la película apuesta a lo grande a ceder reacciones humorísticas con el personaje de Rick Stanton interpretado por Bradley Whitford, fácil uno de los peores que he visto en estos años. No sólo es una máquina de chistes sin gracia que abarata todo momento de tensión y dramatismo, sino que ocupa más espacio a personajes secundarios más interesantes del filme anterior, e incluso que los protagonistas… los cuales podría aceptar la incredulidad de que tengan un video informativo para validar sus puntos en el debate de la naturaleza del kaiju y la insignificancia humana si esta, tuviera más tiempo y respeto a desarrollarse… pero supongo que apostaron por la carta equivocada.
Este entorpecimiento afecta a Godzilla: el rey de los monstruos, la cual también sirve como reflexión frente a otras dos entregas pasadas muy atonales si nos ponemos en retrospectiva, en una franquicia que a pesar de estar advirtiendo el encuentro entre los dos monstruos gigantes del cine, no termina por convencer, y peor aún, emocionar. Dicen que lo mejor es apagar el cerebro y disfrutar, pero no creo que eso sea cierto. Las anteriores entregas de Godzilla distan de ser perfectas, pero lo que tienen que los estadounidenses no logran captar, es encanto. Sólo resta soñar con el día en el que Japón decida de nuevo poner a un hombre en botarga del rey de los monstruos.
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