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David Lowery sigue con una racha interesante de filmes, ahora dirigiendo un filme que resulta ser una reflexión sobre lo que nos hace sentir vivos, y a su vez una despedida formal de una de las figuras más importantes del medio.
[/vc_column_text][vc_column_text]Título original: The old man & the gun.
Dirige: David Lowery.
Elenco: Robert Redford, Casey Affleck, Sissy Spacek, Tika Sumpter, Tom Waits, Danny Glover.
País: Estados Unidos.
Duración: 93 minutos.
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El tiempo pasa, y David Lowery no deja de demostrar su valía como director proyecto tras proyecto. Seguramente su nombre no tiene mucho reconocimiento entre el público tradicional, pero él ha estado detrás de películas notorias, que aparecen por lo general en los listados de lo mejor del año… y habitualmente entre lo más infravalorado.
Un caballero y su revólver forma parte de esta colección.
Esta es una adaptación libre de parte de Lowery a partir del artículo de David Grann, menciono libres porque decide dejar ciertos detalles a favor de una construcción más personal del material, y es que al final de todo, Lowery decide que su película sea la posibilidad de entregar un punto final de parte de Robert Redford, con quien ya ha trabajado dentro de su filmografía y a quien de cierta forma agradece, considerando que su carrera inicia con el pie derecho a través del festival de Sundance. Y esto lo hace sin llegar a caer en el compadrazgo ni ofrecer un material hueco como ha sido deformado el cine de homenaje en tiempos recientes, porque dentro de todo Un caballero y su revolver se vuelve una obra que plantea la búsqueda de satisfacción.
Forrest Tucker (Robert Redford) lo hace robando, no tanto por el afán del dinero sino por el placer que le representa y en donde no pierde la formalidad ni galantería dentro del asunto, un ladrón elegante que rehúye de la violencia dejando una impresión a sus víctimas de extrañeza por la costumbre de sangre y miedo que esta labor lleva en requerimientos. En este punto de la vida no es necesario mencionar que Redford posee una finura actoral pero aquí lo que vemos es un filme que se aprovecha del carisma del hombre, en donde su personalidad y sonrisa terminan por amoldarse a las exigencias de su personaje y a su vez sirve para presentar un enfrentamiento de nociones para la audiencia, porque si bien Lowery no oculta la fascinación por el personaje lo que sí parece sugerir es que nos detengamos por un momento a reflexionar la historia de Forrest, personaje que sí ha encontrado un modo de vida emocionante pero que termina siendo egoísta; un hombre de fallas impresionantes dentro de la sociedad y a quien llegue a su vida, pero que es un hombre con leyenda indeleble.
Precisamente lo encontramos en un punto notorio dentro de su carrera, en donde su más reciente asalto converge –o encubre- con la relación que va generando hacia Jewel (Sissy Spacek), mujer a la que tiene confianza basada en el respeto que le tiene, y también por el reflejo que representa encontrar a un espíritu libre como ella a esta edad. Hay un deleite por parte de la audiencia al encontrar momentos dentro del crecimiento de estos dos personajes, siendo una relación otoñal de respeto y finura, en donde curiosamente la película traza con actividades tradicionales de gente anónima que se mueve dentro de servicios de alimentos norteamericanos y en donde Joe Anderson – director de fotografía- esconde entre una multitud de otros espíritus que encuentran satisfacción en dichos templos.
Normalmente al ser una película de bandidos y robos, existen los elementos tradicionales del mismo género: un enemigo dentro de la ley que caza al protagonista y unos compañeros. Los compañeros son igual de avejentados y tienen variaciones de objetivos a diferencia de su líder, ocasionalmente ofreciendo momentos de hermandad y humor por parte de Danny Glover y un sorpresivo Tom Waitts, y por parte del enemigo, tenemos a un Cassey Affleck interpretando a John Hunt, pero lejos de estar en el lado más estricto de la justicia y volverse una caricatura del hombre de rostro duro, Hunt
termina encontrando en el hombre que investiga, un misterio y mezcla de respeto y envidia, ya que en su caso no encuentra satisfacción dentro de su vida de obligaciones como padre de familia y esposo, en donde no hace mal las cosas ni es el peor, pero no oculta su inconformidad en depresión.
Un caballero y su revolver es un filme de desarrollo calmado, pero es uno que recompensa por la paciencia ofreciendo una mirada inusual dentro de sus subgéneros, y que además posee un lenguaje y ritmo sacado de otra época. En un mundo atrapado dentro de una nostalgia impalpable, Lowery y su equipo se nutren de elementos como el foco de atención de la cámara, un score de jazz, y de escenas dentro de la filmografía de Redford no para mirar con recelo a una época que no le tocó, sino para ofrecer una mirada honesta, noble y funcional de lo que le precedió y lo que puede usar a su favor.
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