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En el sentido de orquestar la totalidad de la obra fílmica,
Brigitte Broch es una estratega inequívoca
sobre el universo en construcción.
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Brigitte Broch comenzó desde niña a imaginar escenografías, desde antes que la Dirección de Arte cobrara el auge que se le reconoce hoy en día. Ahora es ella quien visualiza, bajo la más delicada batuta, la orquestación absoluta de una obra fílmica; ella es quien extiende la concepción de ‘verdad’ en la escena, quien reproduce la realidad a la que se adhiere la trama de los personajes y los tintes del conflicto en el que seguramente se encuentran inmersos.
Actriz y bailarina fue lo primero en lo que la pequeña Brigitte deseaba convertirse, pero fue su entorno inmediato protagonizado por su padre, un ex militar quien gustaba de construirle divertidas escenografías, y su madre, una fanática decoradora del hogar, lo que terminó por delinear su destino. Jamás estudió diseño ni fotografía, tampoco arquitectura o materias afines. Ella confió siempre en su instinto y en el valor de declararse autodidacta. Siendo aún muy joven salió de su país tras la Segunda Guerra Mundial. Deseaba viajar por el mundo, edificar su nuevo hogar, hasta que en el año de 1968 llegó a México, al terruño que le conquistaría para después presumir no querer dejarlo nunca más.
Comenzó su travesía dando clases de inglés y trabajando como secretaria. Ya en los años 70 se integró a un taller de teatro donde conoció al realizador Luis Mandoki, amistad que le valdría vivir su primera experiencia en cine y enamorarse profundamente del arte. Mandoki la invitó a colaborar en la producción del documental Papaloapan, en la comunidad de los mazatlecos; posteriormente la incitó a jamás dejar esta profesión. A partir de este momento ella supo imprimir un carácter único en el ambiente de cada set que ha transitado.
En un constante viaje con rumbo a la complejidad que entraña cada historia, Broch es una mujer que idea y construye, a manera de rompecabezas perfectos, los minuciosos escenarios y las condiciones de rodaje que son propias de las grandes producciones, entre las que destacan en su haber: Amores perros (2000), Sexo, pudor y lágrimas (1999) y Moulin Rouge (2001). Sí, el espacio habitado en la escena no es precisamente el mismo durante el rodaje. Es virtud de quien diseña la producción hacer factible la ficción, las texturas y los tiempos; transformar la idea creativa en información técnica que guíe la labor de todos. Es finalmente concebir el cielo y los muros, el mobiliario y los horizontes; el espacio y sus múltiples tenores.
Brigitte es el acento sobre el escenario. A ella podemos exaltar como arquitecta, ejecutora, visionaria o una estratega inequívoca del universo en construcción; magnífica diseñadora de producción y directora de arte de las películas icónicas del cine mexicano en las últimas décadas, así como de títulos internacionales que por su contundencia han sido alabadas por la Academia. Con cerca de cuatro décadas habitando los sets de producción, el arte que Brigitte Broch despliega es el de la expresión espacial de aquellas vidas que se disponen a construir la historia impresa en película, consiguiendo ambientes que apelan a la fidelidad de los personajes y elevan el aura del arte en cada obra fílmica.
Entre los títulos que recogen su loable trayectoria se encuentran historias de horror, como Cronos (1993) de Guillermo del Toro, cinta con la que conquistó su primer Ariel; así como historias complicadas, relaciones atravesadas por el virus del VIH, como Sólo con tu pareja (Alfonso Cuarón, 1991), por una situación histórica irreversible como The Reader (Stephen Daldry, 2008) o por la poética, como el romance legendario de Shakespeare en Romeo + Juliet (Baz Luhrmann, 1996), por el que nuestra homenajeada ganó el ACCA (Awards Circuit Community Awards) en 1996, junto con Catherine Martin. Los Academy Awards también reconocieron su trabajo junto con Catherine Martin, al nominarla en 1997 al Óscar por Mejor Dirección de Arte y Decoración de Set por Romeo + Juliet (Baz Luhrman, 1996) y finalmente, otorgarle el Óscar por Moulin Rouge (Baz Luhrman, 2001) en el 2002.
Brigitte Broch ganó el Ariel al mejor Diseño de Arte en el 2000, con Sexo pudor y lágrimas (Antonio Serrano, 1999), aunque también fue nominada un año antes por La otra conquista (Salvador Carrasco, 1998) y un año después, por Amores perros (Alejandro González Iñárritu, 2000). Recibió otra nominación en 1995 por Mejor Ambientación con El jardín del Edén mexicano (María Novaro, 1994); en el 2006 compitió por el Art Directors Guild Award por Mejor Diseño de Producción Contemporánea con Babel (Alejandro González Inárritu, 2006) y la más reciente fue en los Premios Goya en 2011, por mejor Mejor Dirección de Arte con la desgarradora Biutiful (Alejandro González Inárritu, 2010). Dando cuenta del talento y versatilidad de su percepción, entre las más de 32 producciones en que ha desarrollado el diseño de producción, también están La vida conyugal (Carrera, 1993), Hechizo en la ruta maya (Peploe, 1995), Entre Pancho Villa y una mujer desnuda (Berman, Tardán, 1996), 21 gramos (Iñárritu, 2003), Vantage Point (Travis, 2008), Abel (Luna, 2010), Hidalgo, La historia jamás contada (Serrano, 2010); y Safe House (Espinosa, 2012).
Si bien Brigitte Broch nació en la Alemania de 1943, es ya naturalizada y una orgullosa mexicana a casi 50 años de llegar a vivir a nuestro país. Fue un largo proceso de adopción cultural en el que terminó por sumergirse en las vetas de la vida y las raíces que fue encontrando en un país que la abrazó como artista. Su comprensión de las historias mexicanas se ve expresada en sus múltiples colaboraciones con directores y realizadoras que han recurrido a ella. Brigitte Broch domina el arte de abrazar la belleza en los escenarios más crudos, conocer el tiempo, la intimidad de los personajes e intuir en la complejidad de la creación cinematográfica. El diseño y el arte que ha desarrollado en su trayectoria, constituye el vocablo extraordinario que pronuncia el espacio, el cual cobra sentido en el universo de complicidad e invención que es el cine.
Briggite Broch, nuestra homenajeada nacional -haciendo especial énfasis en el carácter de nacional-, es una mujer que después de emprender varias búsquedas artísticas y alimentar su curiosidad, se abrió camino en la industria del cine. El legado que deja en cuanto a materia de diseño de producción refiere, es meritoria labor de quien concibe y respeta la homogeneidad, el balance entre principio y final, la extensión de una época hacia la calle, después una habitación para terminar posiblemente en el sigilo y el abrazo de una pareja. Brigitte Broch se involucra sin reservas con el viaje al que invita cada historia y pone todo su talento al servicio del tejido meticuloso de los elementos que construyen una escenografía,
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