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[eltdf_dropcaps type=”normal” color=”” background_color=””]E[/eltdf_dropcaps]l Teatro Principal se llenó hasta el último asiento para recibir al querido Homenajeado Nacional de este año, Demián Bichir. Empezando por un video semblanza que mostró un recuento de la carrera de este pambolero “pata de perro” (porque su mamá decía que no podía estar quieto) y unas palabras de Sarah Hoch, la Directora del Festival Internacional de Cine Guanajuato, no hubo que esperar mucho para que el actor saliera a saludar al público, junto con su moderador, Eduardo Limón. Demián Bichir dio comienzo de esta manera a esta Conferencia Magistral, hablando de la experiencia que lo llevó a pisar el Teatro Juárez por primera vez a los 14 años, hasta los presentes proyectos.
Mientras compartía las anécdotas de su trayectoria, la cual comenzó cuando él tenía tan sólo tres años de edad en una función en Bellas Artes en la que pedían a un micro-periquillo, Demián enfatizó en la dedicación y en toda la tarea que como actor se debe realizar. Bichir disfruta de los momentos en que está solo en su habitación, estudiando y creando cada personaje. De igual manera habló de cómo un actor debe adaptarse a la manera de trabajar de cada director. Por ejemplo, a Steven Soderbergh (con quién trabajó en Che interpretando a Fidel Castro) no le gusta ensayar y no habla de sus películas fuera del set, por lo que casi todo el trabajo era en casa. Con Quentin Tarantino (recordando la grata experiencia en The Hateful Eight y su amistad con Samuel L. Jackson) se organiza una sesión de mesa con lecturas y ensayos para crear personajes.
Precisamente, el reparto de The Hateful Eight forma parte de lo que Demián llama su “familia extendida”, formada por todos los actores, directores, maquillistas, escenógrafos y cualquier persona con quien ha colaborado en cine y teatro a lo largo de los años, incluyendo a sus dos hermanos, Odiseo y Bruno. Demián recuenta que por el 2011-2012, Bruno lo dirigió en una obra y cada vez que iba a ensayar, debía repetirse un mantra recordando que el menor de sus hermanos era su director.
Aunque ha sido actor profesional desde su niñez, Demián tuvo un sueño frustrado, pues él deseaba jugar futbol, eventualmente mudarse a Guadalajara y jugar para su equipo favorito: las Chivas. Demián recordó que entró al Club América, pero tenía que pagar la inscripción completa (que significó que lo aceptaron para hacer negocio) y que a los 14 años invitó a su entrenador de futbol a presenciar una obra de teatro suya y que tras haberlo visto, el entrenador le dijo que muchos quieren dedicarse al futbol porque no tienen nada más, pero “tú tienes la actuación”. El destino le seguía llevando hacia las tablas y alejando elegantemente del futbol.
En cuanto a política, Demián Bichir se describe como un mexicano preocupado que puede quedarse callado. Muchas de sus películas abarcan temas de confrontación histórica para México (incluyendo Tlatelolco y el temblor del 85) y en Estados Unidos ha sido invitado por la ACLU para hablar de reformas migratorias en el país norteamericano.
Demián Bichir recibe el hecho de ser el Homenajeado Nacional del GIFF con profunda humildad y con mucho respeto hacia todas las personas que le influenciaron y que por ende le permiten estar en el sitio que ahora ocupa. Es un verdadero honor y un privilegio para el Festival Internacional de Cine Guanajuato celebrar la trayectoria del primer actor Demián Bichir, un personaje capaz de dictar cátedra y de convertir un personaje en la declaración absoluta de su amor a la profesión.