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Podemos tachar a la obra más famosa de Coscarelli de obtusa por su presupuesto, pero esto no demerita el impacto e intenciones de una historia de amor entre dos hermanos, y un hombre alto que se les impone.
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La carrera de Don Coscarelli tiene un nivel de impresión bastante singular, porque su labor fílmica comenzaría a una edad muy temprana. Mientras muchos de nosotros apenas estamos decidiendo qué hacer con nuestras vidas, Coscarelli ya había dirigido una película exitosa en taquilla, sin llegar a haber estudiado al cine más que en la comodidad de su asiento en las salas.
Si Coscarelli no agarró un libro de teoría de cine o se sentó a escuchar las clases de un profesor, lo que sí tuvo como enseñanza fue la promesa del blockbuster del género del horror de parte de William Friedkin con El Exorcista (1974) y Spielberg con una pequeña película llamada Tiburón (1975) y si bien estos fueron aspiración, la mecha que abre paso se encuentra en otros reyes, unos que tuvieron que implementar de manera creativa soluciones a sus películas que no tenían la capacidad de abofetear a sus estrellas, o de contar con múltiples robots de un escualo. En este rango, Coscarelli encontraría humildad y maestría en hombres como Tobe Hopper, George Romero… y el éxito más reciente de la temporada con John Carpenter y su Halloween. Parece ser que este fue el motivador principal, por lo que con un presupuesto infinitamente menor al de los demás, el apoyo de sus amigos y sus padres y las sesiones de grabación de fines de semana se disponían a plasmar una pesadilla que una vez tuvo de él corriendo de unas bolas metálicas asesinas, que pensó que podrían aportar algo inaudito dentro del género.
Mike (A. Michael Baldwin) y Jodi (Bill Thornbury) viven en un pequeño pueblito y han estado sufriendo pérdidas en tan poco tiempo. Sus padres han muerto, y ahora uno de sus mejores amigos ha muerto en un aparente suicidio dentro del cementerio de Morningside. Mientras la ceremonia ocurre con calma para Jody pero no para Mike, quien comienza a investigar la misteriosa rutina del dueño de la funeraria, que posee fuerza descomunal y cara de pocos amigos, y que se ha dado cuenta de las sospechas del niño, al que parece que nadie quiere creerle.
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Phantasm –o Phantasma como se le conoce en nuestro país- es en efecto, una obra de muy bajo presupuesto. $300, 000 dólares dejan como reflejo el hecho de que Coscarelli no ahonde mucho en escenarios o personajes que acompañan las desventuras de los hermanos Mike y Jodi, ofreciendo a veces resultados un tanto torpes puesto que el abaratamiento también termina afectando ciertas secuencias que resultan incongruentes para su propio bien… aunque no es la mayoría del tiempo. De alguna forma y para tener 40 años, se nutre de esta carencia y hace que sus temas ahonden con una gracia de ensueño y de desnaturalizada sensación de bienestar.
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Al final de cuentas, Phantasm es sobre Jodi, un joven que como muchos otros, idolatra a la figura del hermano mayor y que plasma sobre él una carga de figura de autoridad necesaria para un par de jóvenes que se encuentran solos en este mundo. En él ve a su héroe, un joven sin muchas aspiraciones ni trabajo que se dedica a andar a toda velocidad con su automóvil deportivo y que obtiene a todas las mujeres que puede pedir. Si Jodi ve a Mike con recelo es porque este trata de vivenciar su duelo paterno abandonándolo y viviendo sin esta carga de moralidad que considerando su edad, es entendible su miedo si apenas está comenzando a vivir.
Esta relación de desapego viene de la mano con los tradicionalismos etnográficos de las pequeñas comunidades, las cuales siempre tienen historias del vecino extraño y la zona prohibida, en donde los más jóvenes temen entrar pero que para el disfrute de los más incautos se trata de un área de fornicación. Al tratarse de una obra de horror pues es obvio de que estos temores están bien infundados y obviamente sirven de coyuntura para la relación entre los hermanos, que se enfrentan a un ser icónico del cine del horror: El hombre alto.
Al final, también es que Coscarelli muestra una afinidad autodidacta dentro del género y la figura de El hombre alto bien nos recuerda a esas figuras del expresionismo alemán de rasgos duros y perfil extendido. Angus Scrimm era un hombre poco inusual porque el sólo andar de esta persona inquieta a las personas de mirada curiosa y Coscarelli sabe de este fenómeno, haciendo que camine alienado del demás paisaje y curiosamente a pesar de su edad y de los elementos tradicionales del género, corre, y mucho.
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Y no olvidemos, que las bolas de pesadilla del director aparecen en la película como el utensilio de un villano más peculiar dentro de la historia del cine de horror.
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Muchos de nosotros hemos tenido un encuentro con Phantasm durante nuestra infancia y creo que es por ello del cariño e impacto de la película en la cultura popular. Un adulto quizás no entienda el gozo que ocurre cuando uno ve una película con música de sintetizador y unos enanos encapuchados que gruñen extrañamente como los Jawas de Star Wars, pero la gracia de la obra radica en que plasma este jugueteo que miles de personas han tenido frente a una cámara, lo que esto indica al laborar en el medio fílmico y que esto abona en las relaciones interpersonales. La diferencia es que Coscarelli pudo hacer su sueño realidad y esto le abriría más las puertas a hacer cine siempre de su propio agrado, y si él, proviene de una generación influenciada por los titanes de ahora, imaginen el impacto que resultó ver una película de terror, de apenas un tipo de 22 años de edad.
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¿Qué tan querida es Phantasm? J. J. Abrams pagó para la remasterización de una película de culto de los setentas.
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