[vc_row][vc_column][vc_column_text]La actividad parecía simple. Se trataba de recolectar y llevar juguetes y cobijas a algunas comunidades rurales de San Miguel de Allende. La semana previa al evento, la oficina se llenaba de la generosidad y el cariño de la comunidad amiga del Festival.
El día por fin llegó y el equipo estaba listo. Las camionetas rebosantes de pelotas y piñatas comenzaban su viaje. Un desfile multicolor.
[/vc_column_text][vc_column_text]Recorrimos los caminos de San Miguel, un paisaje montañoso siempre placentero a la vista. De repente y con una vuelta, los ocho vehículos comienzan la verdadera aventura.
Para llegar al Rancho de Santa Rosa, primera comunidad visitada, se tiene que manejar más o menos 30 minutos en una superficie inestable llena de rocas en la tierra y hoyos que aparecen por sorpresa.
-¿Cuántas veces crees que pasen por este camino al año?
-Me parece que un par de veces.
Miembros del equipo conversan. Las comunidades a las que el Festival ha decidido llegar el 6 de enero de cada año para celebrar el Día de Reyes, son puntos de muy difícil acceso. Zonas que parecerían no estar un mapa y en donde la señal de celular es inexistente. Valentía y verdadera convicción son los ingredientes de esta actividad.
Al sonido de los cláxones, la caravana advierte su llegada. En las comunidades suenan las campanas para avisar la llegada de los Reyes Magos.[/vc_column_text][vc_single_image image=”14890″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][vc_column_text]Las personas se reúnen frente a una olvidada construcción colonial y la fiesta comienza. Los Reyes Magos avientan burbujas mientras otros entonan el tradicional “Dale, dale, dale…” al valiente que quiso ser el primero en pegarle a la piñata.
Con la música de fondo, se anuncia la entrega de juguetes. Niñas, niños, mamás con sus bebés reciben las donaciones. Es increíble lo que un detalle hace en los más pequeños que tratan de cachar las pelotas que vuelan a su alrededor.[/vc_column_text][vc_single_image image=”14891″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][vc_column_text]-Ayer mi niña me dijo que estaba esperando una muñeca y sí le llegó. No se lo puede creer. ¡Ya los esperamos cada año!, nos dice una mamá emocionada.
Una señora comenta mientras ve bailar a su otro hijo concursando por el premio mayor: ¡las bicicletas!. La música a todo lo que da llena de vida una comunidad que parece suspendida en el tempo. Pero hoy nada de eso importa. Hoy es Día de Reyes y los niños ríen con todo el cuerpo y bailan como si nadie los estuviera viendo.[/vc_column_text][vc_single_image image=”14892″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][vc_column_text]La caravana del Reyetón se despide de la primera comunidad y continúa su peregrinar. Cada camino se vuelve más difícil, algunos vehículos deben quedarse atrás. Pero la misión se cumple. Después de visitar Dos Ríos, San Antonio de La Joya y Guerrero, el recorrido termina.[/vc_column_text][vc_single_image image=”14893″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][vc_column_text]Cada año, en San Miguel de Allende los Reyes Magos no son 3, son a veces cientos. Movidos por la iniciativa de los responsables del Festival, la comunidad sanmiguelense se une para que siempre haya algo en los zapatos de estos niños. Que cada año son más y tienen más necesidad.
[/vc_column_text][vc_single_image image=”14894″ img_size=”full” alignment=”center” style=”vc_box_rounded”][vc_column_text]El Reyetón es una inyección de energía para el equipo del festival, la mejor forma de iniciar el año. La actividad termina, pero la ilusión queda viva en esos pequeños y en nosotros, que seguiremos haciendo lo que esté en nuestras manos para continuar regalando sonrisas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]