Tomando de referencia sus propios demonios internos, David Cronenberg hizo una de las representaciones más curiosas del derrumbe emocional dentro de un matrimonio.
Título original: The Brood. Dirige: David Cronenberg.
Elenco: Art Hindle, Samantha Eggar, Oliver Reed, Cindy Hinds, Susan Hogan.
País: Canadá.
Duración: 92 minutos
En 1979 una de las películas más conocidas de Robert Benton vería la luz, abriendo el debate sobre las cuestiones morales del divorcio y su normatividad, volviéndose un inesperado éxito de taquilla a tal grado de volverse la película con más recaudación de 1979, y de paso llevándose los premios máximos en la ceremonia de los Premios de la Academia de su año competente que además, dieron origen a la fascinación del público con Meryl Streep: la adaptación de la novela de Avery Corman, Kramer vs Kramer.
Por otra parte del mundo en otra industria fílmica, un tipo recibía todo tipo de críticas por una película que curiosamente tenía la misma resonancia temática, quizás hasta más personal que el hecho de adaptar una novela con Dustin Hoffman.
Es notable el paso evolutivo de David Cronenberg en ese mismo año. Cinco películas atrás que se podían catalogar como muy adjuntas a su estilo, con temas burlones y agresivos que contrastan mucho con el hecho de que su consiguiente trabajo fuera una, sobre carreras de autos drag. Tensión en el circuito a pesar de venir muy dentro de las predilecciones de Cronenberg –siendo este un entusiasta de los autos- es una película comprometida con productores y obligaciones, que también muestran un desencanto de parte del director que para ese punto estaba sufriendo un divorcio frente a su Margaret Hindson. El proceso fue lento y de por medio también estaba involucrada la custodia de Cassandra Cronenberg por lo que Cronenberg en un acto similar al de David Lynch en Eraserhead (1977) el director usó su medio para expresar sus angustias.
El doctor Hal Raglan –Oliver Reed en un papel magnético y sexual como de costumbre, una especie de Frankenstein moderno que no mide las consecuencias de sus indagaciones- del instituto Somafree es un psiquiatra que ha logrado desarrollar un tratamiento controversial llamado psicoplásmicas, el cual involucra hacer que el paciente llegue a un estado de trance en donde es acosado a tal grado de que este expulsa su ira, que aparece de manera física como ampollas por todo el cuerpo.
Todo mundo parece estar maravillado, excepto Frank Carveth (Art Hindle), arquitecto que piensa que su trabajo es un fraude, alimentado principalmente por el hecho de que desde que tuvieron problemas maritales, él y Nola (Samantha Eggar) no se han visto, con ella encerrada en el consultorio del doctor Raglan y descuidando a Candy (Cindy Hinds), la cual comienza a tener moretones en todo el cuerpo. Furioso, Frank decide que esta será la oportunidad de quedarse con la custodia de la niña, pero lo cierto es que conforme investiga se va dando cuenta de los experimentos del doctor en específico con su esposa, los cuales son presencias misteriosas que comienzan a matar a sus allegados.
Los engendros del diablo –o cuyo título más natural sería La camada– sería la película en donde Cronenberg mostraría un lado más maduro y cerrado a un intimismo con sus criaturas aberrantes, lejos de la paranoia invasiva de las películas pasadas. Nunca ha omitido en declaraciones que su máxima inspiración se encontraría en estos momentos complejos de su vida personal, y en cierto punto podría parecer una carta liberadora y sumamente explotativa, después de todo Frank es una persona sin problemas emocionales, la persona con la que podemos contar en esta ruptura matrimonial y que quiere defender a su hija de los arrebatos psicóticos de su esposa, ahora convertida en una abeja reina de seres que reflejan su apatía y furia hacia él, un auténtico villano –de los pocos- de Cronenberg, absuelto de la dualidad de sufrimiento pero sín ensimismado en querer hacer daño a como dé lugar, una Samantha Eggar histérica sin competencia alguna.
Es la idea principal del filme, de que existe un mundo donde los sentimientos negativos que mantenemos escondidos, pueden tener una forma alejados de un intelecto más allá del que le sirvió como alberca de genes… y a pesar de la idea es totalmente escalofriante, el interés dentro del filme es en mostrar el daño de aquel elemento que formaba una idea de la consagración de un matrimonio: Candy, es de hecho bastante hilarante pensar en que las críticas de su tiempo se la pasaban recriminando a Cronenberg sobre su fantasía realizada y su habitual repugnancia fílmica… pero nadie parecía percibir el drama de aquella niña de ojos vacíos los cuales no nos dejan de recordar que en este mundo planteado en donde las sensaciones se vuelven corpóreas y tratan de robar la identidad de una niña, esta también posee en herencia el mismo fenómeno que su madre, pero Candy jamás grita de rechazo infantil o encuentro con sus creadores… de forma pesimista el canadiense nos está dejando pistas de que las rupturas son parte de una herencia de padres insolentes que no están pendientes de sus hijos.
Los engendros del diablo le darían espacio a su director de trabajar con actores de renombre por primera vez con un presupuesto un poco más elevado de sus anteriores proyectos, lo cual también le atrajo a colaboradores que estarían con él durante toda su carrera, específicamente con Howard Shore, su compinche musical durante gran parte de su carrera quien se estrenaba con este filme. He visto a amigos y conocidos perder muchas cosas en divorcios, la estabilidad en cada una de sus áreas: creo que Cronenberg es de las pocas personas que pueden decir que algo bueno salió de tanta bruma sentimental.