Alexandre Aja se muestra sin tapujos: ¿Quieres una película estúpida de cocodrilos? Tendrás una película estúpida de cocodrilos… y es gloriosa en ese sentido.
Por: Deusdedit Diez de Sollano Valderrama
Título original: Crawl
Dirige: Alexandre Aja
Elenco: Barry Pepper, Kaya Scoledario
País: Estados Unidos
Año: 2019
Duración: 87 minutos
El conflicto del humano contra la naturaleza es uno de los seis conflictos clásicos de la literatura universal, en donde el ser humano se enfrenta a un villano que le viene a hacer hincapié sobre la diferencia esencial de los dos contrincantes: la capacidad de elección situacional frente a la inevitabilidad del otro. Esto naturalmente ha llegado al cine con resultados en forma de clásicos de la pantalla grande: tenemos a Chaplin tratando de mostrar optimismo en medio del Yukón y el hambre con La quimera del oro (Charles Chaplin, 1925), obviamente tenemos a Steven Spielberg a inicios de su carrera elevando la calidad de un conflicto desgastado con madurez y creatividad en Tiburón (1975) entre muchos otros; conflictos que de alguna manera muestran sus dificultades en tono poético… y otras –la mayoría de las- veces son como Infierno en la tormenta (Crawl), película producida por Sam Raimi y a quien trae de vuelta al ojo público a quien antes fuera una promesa del horror, a Alexandre Aja, quien se encuentra ya muy lejos de la oleada de horror extremo de películas que realizó en el pasado como como Alta Tensión (2003), Las colinas tienen ojos (2006) y Piraña (2010), obras que le generaron alta expectativa que se fue apagando por las dificultades de producción de varios proyectos que nunca logró terminar.
En esta ocasión dirige un guión de los hermanos Rasmussen –Michael y Shawn– el cual narra el encuentro entre Halley Keller (Kaya Scoledario), una nadadora profesional en un punto de inflexión respecto a su carrera, que se encuentra en Florida en medio de un tremendo huracán, que le obliga reconectar con su distante padre (Barry Pepper) el cual en medio de la situación está lidiando con un grupo de cocodrilos extremadamente agresivos que ven a su hogar como el escondite perfecto en medio de la hecatombe.
Fácilmente e incluso sin verla, uno puede percibir de los elementos que la película usará como constructos de tensión: las capacidades de nado entre los dos contrincantes, el ascenso del agua en la casa, la pérdida de sangre, el uso de tecnologías anticuadas… Infierno en la tormenta no quiere cambiar la dinámica de cientos de películas de animales –y curiosamente de otras que mezclan a estos con huracanes- pero parece regodearse de esta asociación en un tono placenteramente torpe, en donde además del creciente conflicto también hay un intento de reivindicación de la familia, la cual se dedica a dar discursos motivacionales sacados de una película de deportes, desconectada de esta película, con un peso emotivo aspiracional risible.
Kaya Scodelario y Barry Pepper entregan actuaciones decentes, después de todo esta es una película que demanda frenesí físico más que del propio sentido dramático –y del cual ya se evidencia como un pastiche hilarante- aunque eso sí: la asociación de Aja al gore descarnado y sin pena al que normalmente nos tenía acostumbrados es algo que tristemente no repite en una obra que quedaba como anillo al dedo a este tipo de extremismos, la cual dedica momentos apagados en personajes con adn del “uniforme rojo”, y que a nuestros protagonistas a pesar de los ataques, terminan con apenas unas raspaduras y cero dolor en lo que es un desperfecto menor, después de todo se entiende que Aja se presta al servicio de un proyecto menor de Paramount en una temporada de verano que no suele buscar saciar la sed de proyectos para adultos, más enfocados en un entretenimiento más abierto a un público general. En este sentido Infierno en la tormenta se trata de la película más accesible del director, y una que a pesar de tener todas las de perder, ofrece un producto de entretenimiento arriba de la media inferior a la que se le suele tachar películas de esta calaña.
Es tonta y hay propuestas similares con más arriesgue, pero en un verano de obras fallidas, dice mucho que unos cocodrilos y un huracán ofrezcan más honestidad y entretenimiento frente a otras obras de gran presupuesto.