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Nervous Translation
Selección Oficial – Largometraje Ficción Internacional
Dir. Shireen Seno
La Escala Richter dice: Si nos guiamos por lo que vemos en películas más comerciales, pensaríamos que la niñez es un periodo mágico en la vida en el que todo parece ser posible, en el que nos la pasamos sin preocupaciones e ignoramos las durezas de la vida. Así es como los adultos romantizamos el ser niños, ya que todo lo que aprendemos siendo adultos es muy abrumador. Uno tiende a olvidar lo solitaria y confusa que llega a ser la niñez, en particular cuando eres alguien que no le gusta hablar mucho con la gente, que pasa la mayor parte del tiempo en su casa y que intenta entender lo que sucede alrededor —en parte porque quieres averiguar lo que está sucediendo con las autoridades paternas en tu casa, y en parte porque no hay nada mejor que hacer. Esto es justo lo que la cineasta filipina Shireen Seno explora en su segundo largometraje. Ella ya había explorado las dificultades de crecer en su primera cinta, Big Boy, en donde un niño filipino de los años 50 es entrenado para ser el modelo perfecto para el negocio familiar, explorando de este modo la niñez con las expectativas de masculinidad. Para Nervous Translation, Seno nos transporta a la segunda mitad de los años 80, cuando Las Filipinas apenas había salido de una dictadura de dos décadas y entrado al capitalismo, por lo que todos en este país están tan confundidos y nerviosos como nuestra protagonista.
Esta protagonista es Yael (Jana Agoncillo), una niña de ocho años que es extremadamente introvertida, tanto que cuando su familia organiza un espectáculo de talento ella se rehúsa a participar. Vive sola con su madre, Val (Angge Santos), quien trabaja en una fábrica y que al llegar a casa exige 30 minutos de paz y silencio antes de que Yael pueda interactuar con ella. Yael pasa sus días buscando maneras de entretenerse, tratando todo de una manera fría y calculada. Una de sus actividades es hablar con un amigo para descifrar mensajes de su padre (que vive y trabaja en Arabia Saudita) que vienen en cassettes. Estos mensajes son para Val, pero Yael los escucha porque quiere oír la voz de su papá. Esta película retrata rutinas y no tiene una trama per se. La poca trama que tiene es cuando Yael ve el anuncio de un bolígrafo que ella cree que le permitirá expresarse mejor, pero incluso eso ocupa un espacio muy breve en la historia. La protagonista llena su tiempo observando a Yael y su relación con las pocas personas con quienes interactúa a través de detalles como el hecho de que Val le paga a Yael para quitarle cada cana que le salga.
La cinta es un triunfo de atmósfera, populando esta casa con objetos que claramente sitúan esta historia a finales de los ochenta (como grabadoras de música y de videocassettes, así como reportes que se refieren a Ronald Reagan como el presidente de los Estados Unidos), con paredes cafés que hacen que todo se sienta mundano, e incluso momentos de realismo mágico que nos meten en la mente de esta niña que siente que debe mantener el orden en una vida que podría quebrarse sin él —esto lo vemos en una secuencia final que dejará mucho qué interpretar. Shireen Seno parece estar diciendo que la niñez es algo que vale la pena explorar, porque los sentimientos que tenemos cuando niños pueden resurgir en cualquier momento. Al situar esta historia en una época en la que su país pasaba por la misma incertidumbre, poblándola con personajes que están averiguando qué hacer con esta “libertad” después de que el control dictatorial ya no está (aparece un tío de Yael, un músico que tuvo que dejar su vida salvaje por algo más cómodo, por ejemplo), esta cinta parece decirnos que nunca terminaremos de entender lo que estamos haciendo y para qué. Ese pensamiento puede ser aterrador, o liberador.
23-7-2018 – Cinemex Plaza de la Luciérnaga Sala 1 – 16:00 hrs
25-7-2018 – Auditorio UG – 14:00 hrs[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=”1/2″][vc_column_text]
Los Versos del Olvido
Selección Oficial – Largometraje Ficción Internacional
Dir. Alireza Khatami
La Escala Richter dice: Los versos del olvido es una historia que podría estar situada en cualquier lugar. De hecho, la cinta que ganó el Óscar a Mejor Película Extranjera en 2015, Hijo de Saúl, trata un tema muy similar situada en el Holocausto, pero esta cinta busca conjurar algo más abstracto y menos específico. Los versos del olvido está situada en un país Latinoamericano que no es especificado (aunque fue filmada en Chile y eso nos da alguna pista), el director es iraní, el actor protagónico es español y la película contó con dinero de Alemania, Holanda y Francia. Esto no es lo que hace que la historia sea universal, pero sí nos dice que el universalismo de esta historia tiene un propósito. La historia habla de cómo ante la política y la maquinaria que es nuestra sociedad, lo que nos hace humanos frecuentemente se deja de lado. Aquí el director Alireza Khatami (realizando su ópera prima de largometraje) nos narra que un hombre busca recuperar esa humanidad ante un acto que le devolverá la dignidad a un cadáver que nunca obtuvo un entierro apropiado.
El actor español Juan Margallo interpreta al vigilante de una morgue a quien nuestro director no le dio nombre. Él pasa sus días recibiendo a los cadáveres y dirigiendo a los pocos visitantes que vienen a sus tumbas en el cementerio. En un encuentro con un hombre que viene a visitar una tumba, nos damos cuenta de que este vigilante tiene muy buena memoria para todo excepto los nombres. Le dice a este hombre que fueron compañeros de celda en la cárcel y que le pidió que le escriba una carta a su esposa. No sabemos cuánto de esta historia es verídica, solamente que al vigilante le dicen que es un mentiroso. El gobierno va a cerrar la morgue para lavarse las manos de todas las personas que han muerto ilegalmente y, por suerte, queda un cuerpo en la morgue: el cuerpo de una mujer joven que nadie ha venido a reclamar. Nuestro protagonista hará todo lo posible para enterrar este cuerpo de forma adecuada. Sus intentos por haceroa ante la ley son una pesadilla con proporciones de Kafka, por lo que enlistará la ayuda de sus amigos, un conductor de carroza (Manuel Morón) y un enterrador (Tomás del Estal), para enterrar este cuerpo durante una boda que mantendrá a toda la burocracia ocupada.
A pesar de todo esto, Los versos del olvido es una película lenta y contemplativa, una que está más interesada en explorar el espacio mental de nuestro protagonista. La primera toma es de él compartiendo sus uvas con el enterrador; la cámara se va acercando a su cara, estableciendo que ésta será una historia más personal (cosa irónica, ya que el vigilante termina siendo un enigma aun con todo lo que vemos sobre él). Sumando al enigma del lugar y del protagonista, está el enigma del tiempo, ya que muchos de los artefactos que se usan en esta burocracia (máquinas de escribir, elevadores mecánicos) sitúan esta historia en un pasado, pero sin ser específico. Aparte de todo esto, aborda el realismo mágico que es tan prevalente en América Latina a través de imágenes que parecen sueños. En particular la imagen final de unas ballenas saltando en el mar, una de ellas sobre nuestro protagonista, y la manera enque retrata a la burocracia, con un tono que cae en lo absurdo. Es algo que todos podemos reconocer de alguna manera y como tal se vuelve una historia sobre cualquiera que reencuentra su humanidad ante tanto que deshumaniza.
23-7-2018 – Cinemex Plaza de la Luciérnaga Sala 1 – 20:00 hrs
27-7-2018 – Teatro Juárez – 14:00 hrs[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]