En el onceavo El Salón de la Crítica, el crítico Julio Durán eligió esta crítica de ‘Largo viaje hacia la noche’ de Bi Gan para ser publicada.
El cine como la reinterpretación del pasado
Por: Marco Antonio Sánchez Garduño
La película retrata el anhelo por el amor pasado de un hombre que recurre constantemente a sus memorias para entender qué fue lo que lo ha llevado hasta ese punto de su vida. De esa forma el director recurre a un sin fin de elementos para construir un relato lleno de metacomentarios que referencian, sin duda, aquello que Bergson ya había establecido en sus textos: el cine como un mecanismo de la memoria.
Para ello, a lo largo del cortometraje, el director alude a distintos elementos como son el agua y el fuego (por mencionar algunos) para referenciar y construir un discurso sobre la memoria y su relación con el tiempo-espacio. Durante lo que parecen ser recuerdos, el agua hace su aparición como un cauce que fluye, al igual que las imágenes memoria que se preceden y suceden creando cadenas en las que el tiempo es un líquido en el que se homogenizan dichas imágenes. Por otro lado el fuego aparece como algo que se consume, pero que lo hace dejando rastros de su paso, dejando cenizas, que bien podrían aludir también a lo que las memorias nos representan: las huellas de un pasado.
En uno de los metacomentarios, se hace referencia a que en el cine se combinan elementos de la realidad pero que también pueden ser falsos, sin embargo en el pasado solo hay verdades y mentiras. Y al parecer es lo que el director explora a lo largo de la película, porque según lo expuesto el pasado es algo personal e individual, en lo que los demás poca injerencia podrían tener, sin embargo, en el cine ese pasado puede ser re-interpretado por otro. Y eso, al menos desde la perspectiva de quien escribe la presente crítica queda evidenciado en la escena en la que el protagonista ingresa a una sala de cine a ver una “película”.
Es en dicha parte que comienza un plano secuencia, el tiempo se vuelve impersonal, y todo resulta en una reinterpretación de lo que vimos en la primera parte, se siente más artificioso, y evidencia ya una técnica, por así decirlo. Es como si viéramos la experiencia del protagonista en la primera parte, y la re-interpretación del director en la segunda. Y es quizás entonces que podemos comprender el por qué del título de la película, ese viaje a la noche no es únicamente un viaje al pasado, al inconsciente del protagonista, sino un viaje a la oscuridad de una sala cinematográfica, aquella en la que el pasado puede ser re-interpretado.