Han pasado 30 años de la mezcolanza más encantadora, ridícula, divertida y conmovedora de Tim Burton.
Por: Deusdedit Diez de Sollano Valderrama
Título original: Edward Scissorhands
Director: Tim Burton
Elenco: Johnny Depp, Wynona Rider
País: Estados Unidos
Año: 1990
Duración: 105 minutos
Nadie hubiera pensado que un sujeto de pelos parados fuese el director indicado para la segunda aparición de Batman en la pantalla grande, mucho menos que dicho director no sólo ofrecería una película competente del personaje, sino que también radicalizaría de tal forma la manera de hacer cine de verano a partir de la década de los años noventa. Tim Burton se encontró en una posición privilegiada, porque había compartido la gloria con el sistema de Hollywood y de una forma que se mostraba ávido en querer expresar ideas bastante personales y, que para su bendición contaban con la sombra del caballero de la noche para poder aceptar cualquier presupuesto.
Básicamente Tim Burton le podía vender basura a los estudios y estos lo aceptarían sin chistar… y en el caso de 1990 esto provendría de, un dibujo que hizo durante su adolescencia. El dibujo representaba a un sujeto de pelo revuelto y negro, cara triangulada y que se encontraba ataviado de un traje compuesto de cintos sacados de una fantasía sadomasoquista, pero este sujeto tenía unas manos anormales que en vez de tener dedos, tenía piezas de tijeras.
Si la imagen resultaba confusa para un productor de cine cualquiera, lo que tenía para procesarlo vendría de parte de Caroline Thompson. Thompson no era precisamente una guionista consumida, pero su primera novela e 1983 First Born, resultó ser un material de culto y de mediano éxito que llegó a ojos del director quien de inmediato quedó encantado con la capacidad narrativa de Thompson, a tal grado de que él le ofrecía adaptar su dibujo en un guión que la autora terminó por concebir ante el sentimiento que los demás no podrían ofrecer: empatía por el monstruo de las tijeras. Thompson era similar a Burton, en el sentido de que ambos durante su juventud eran parias de la sociedad y que sus gustos y personalidades eran objeto de burlas y de rechazo… así de pronto la idea de tener manos de tijera no resultaba tan extravagante porque en realidad lo que parecía pragmar esta situación era la falta de aprecio y posible daño implementado por el sujeto, un dilema del erizo táctil.
El guión de El joven manos de tijera es una consagración de fuego hacia Thompson, quien toma referencias al cine de horror clásico, particularmente con Frankenstein (James Whale, 1931) del cual no sólo hereda la noción de ser un monstruo creado por un científico y destinado a la tragedia por su soledad, sino que también de manera diestra pone un énfasis respecto al factor de su inocencia corrompida ante sus interacciones con la sociedad. Es cierto que vemos a Edward (Johnny Depp) interactuar con el mundo que se le revela y encontrar fascinante los artefactos presentes en la cotidianeidad presentes, algo que también intenta plasmar en sus capacidades artísticas en lo que podría leerse como una nada sutil metáfora hacia Tim Burton -considerando que el personaje es el alter ego de este y posteriormente encontraría una racha fetichista con Depp– pero también nos deja cuestionando en la propia sanidad de este encuentro, con el que claro que encuentra motivaciones y aprendizaje, pero con esto también señales de ira y represiones emocionales que aterrizan durante el tercer acto y que también parecen plantar las raíces del relato dentro del horror: un ser que no contemplaba existir descubriendo el amor y descubriendo la ira que sus manos de creación en el entorno que también pueden llegar a dañar este.
Si también podríamos achacarle otra influencia directa esta debe de ser con los relatos para niños de Hans Christian Andersen entre otros autores clásicos, particularmente en La sirenita (1837) como el relato de un ser que se martiriza y que dentro de su sacrificio termina adherida una especie de explicación o relación de entendimiento del mundo real ante los ojos de un niño. La princesa del mar tiene que hacer el bien de manera desinteresada para ganarse un alma y poder ascender a los cielos, así como Edward en su encuentro de verdadero amor engendra el fenómeno atmosférico de la nieve en un espacio donde antes no existía.
El joven manos de tijera va mucho por esta ensoñación. Durante su estreno en 1990 los críticos la llegaron a tachar de sosa y una película que se alimentaba de una percepción plástica, y es cierto que va por ese objetivo, pero es precisamente el punto. Nosotros no podríamos comprar la inocencia de Edward o del cómo queda prendidamente enamorado –y esta a su vez- de parte de Kim (Wynona Rider) a primera vista si tuviera muchos diálogos, porque la exploración de esta fantasía va de la mano del poder estético que llega a presentar en un poder presente enteramente en lo visual y la magnificencia de su score musical de parte de Danny Elfman el cual es un acompañamiento musical de tal presencia que termina invadiendo el ritmo propuesto en el montaje de una delicadeza proveniente de un ballet, no es algo de extrañar considerando el origen del proyecto y la potencialidad que este tendría a tal grado de que literal terminaría siendo adaptado en uno.
Esta una película que visualmente se construye en un espacio irreal. Estados Unidos y su entorno de suburbia nunca se vio así en la vida real pero sí en la ficción y en las presentaciones comerciales y culturales que suponían esta noción estética como parte de un perfeccionismo contrastante con el tipejo de negro, que aborda también una falsedad meramente exterior: Nadie se hace millonario vendiendo Avon, nadie pensó que el peluche en tapices era bellísimo, y nadie, absolutamente nadie parece disfrutar de las ensaladas con botes y botes de mayonesa, pero ahí están porque son parte del añoramiento de Burton y su particular infancia.
Es también, una extremadamente graciosa. Depp es enternecedor como Edward porque parece aludir a un personaje seco y que desconoce al mundo cuyo mayor objeto de expresión se encuentra en sus ojos de perrito regañado. Expresar con los ojos es parte de un instinto primordial en los seres vivos y Depp articula esto de una manera tan eficaz por parte de un personaje que apenas si habla en el filme. Wynona Ryder se plantea como una mujer de ensueño para los cientos de perdedores –situación en donde por supuesto que me incluyo- al ser una porrista rubia que mira con perturbado rostro de asco, pero que poco a poco deja entrever la paciencia y pureza que la sociedad no le ha permitido expresar a totalidad.
Los adultos también son geniales. Dianne Wiest como Peg tiene una voz tan frágil como la de Edward, pero al ser parte de esta ensoñación americana, da el primer paso a una civilidad de etiqueta con sus conocimientos vagos de maquillaje y quien de manera trágica ve el resultado de su manos de tijera a la sociedad de una manera bastante conmovedora: su rostro de decepción y tristeza en medio de las fiestas cuando las cosas no salen como esperaba es algo que probablemente hayas percibido en tu madre en alguna vez de tu vida, y de hecho Peg termina trágicamente absuelta de su relación con Edward por razones del género, ya tenemos que interceder por el romance, no por el maternalismo presente en su relación, quizás más fructífera en comparación.
Verla recientemente me hace encontrar más hilarante el modo que personajes como Joyce (Kathy Baker) y Bill (Alan Arkin) presentan. La primera siendo una bomba sexual de barrio de tanta urgencia que se abalanza a cualquier hombre nuevo de barrio que aparezca… lo que la hace botar desde un fontanero timbón hasta una máquina de cortar verduras con pelo estrafalario sin siquiera tener una respuesta de sus avances eróticos, en cuanto a Bill, Alan Arkin le impregna una ineptitud intencionada, siendo un patriarca que no puede ver los problemas frente a su nariz e incapaz de actuar con bondad más que con consejos inútiles y siempre con un tono de voz seco y desinteresado.
Volver a ver El joven manos de tijera recuerda a esa Este es un Tim Burton que pocas veces volvimos a ver y que en tiempos recientes se encuentra apagado, lo que hace de El joven manos de tijera una película obligada para repasar a treinta años de su estreno y, que duele por el misterio latente de este interés, esta modalidad y este corazón que nos entregó una de las fábulas más preciosas del cine noventero… quizás un día vuelva claro, pero puede estar tranquilo sabiendo que la corona de su filmografía sigue sacando lágrimas provenientes de lo más profundo de nuestro ser en una película cálida para la temporada y para toda la vida.
El joven manos de tijera se encuentra disponible en Disney Plus y Claro Video.