El inicio de la ópera prima de Fred Walton es lo suficientemente aterrador como para poder aguantar un segundo acto torpe en comparación.
Título Original: When a Stranger Calls
Dirige: Fred Walton
Elenco: Carol Kane, Tony Beckley, Charles Durning, Colleen Dewhurst
País: Estados Unidos
Duración: 97 minutos
La leyenda urbana de la niñera en peligro tiene un origen grotesco con un crimen ocurrido en Missouri por allá de 1950, en donde Janett Christman de apenas 13 años se encontraba cuidando a un bebé por la noche, sólo para ser visitada por un atacante misterioso el cual, le violó y ahorcó con el cable de una plancha. El único registro de lo ocurrido sería una llamada de parte de Christman al 911, la cual pedía auxilio entre gritos de horror y desconcierto. Los familiares de Christman jamás encontrarían la paz porque el caso nunca fue esclarecido por las autoridades dada la insuficiente información que ayudara a su resolución, por lo que Janett sólo encontraría una especie de resolución en forma de advertencia legendaria, una advertencia hacia las múltiples generaciones que crecieron con horror sabiendo de la historia de una mujer la cual descubre la localización de un bromista pesado quien ha estado insistente con el asunto de que vea a los niños que supone debe cuidar.
Esto pasa por la cabeza de Steve Fake, el cual recuerda el escabroso crimen y los alaridos de auxilio en amalgama con la leyenda, y le cuenta a Fred Walton sobre el posible material que pueden realizar con el tema. Walton terminaría dirigiendo un corto titulado La niñera (1977), el cual tenía grandes aspiraciones, ya que Walton y Fake buscaban que este tuviera una nominación en los Premios de la Academia en la categoría de mejor cortometraje, cosa que no lograron… pero pensaron en el potencial de su material, el cual comenzarían a vender entre estudios como un acercamiento a una obra de horror que pensaban explorar en largometraje.
El matrimonio del Doctor Mandrakis se encuentra ocupado en una salida nocturna de gala, por lo que dejan a sus dos hijos al cuidado de Jill Johnson (Carol Kane), una adolescente que acepta la labor mientras está estudiando álgebra en la comodidad de la sala. Jill comienza a recibir llamadas extrañas de una persona a la que sospecha ser un amigo, pero que luego cae en cuenta de su error cuando este de manera insistente le pide que vaya a revisar a los niños del matrimonio; poco a poco la inseguridad de la joven sobresale y pide ayuda al 911, el cual le pide mantenerse en contacto con el misterioso hombre que marca para localizar su origen, y eso pasa con el hecho de que este se encuentra dentro del hogar.
Esto en esencia es Cuando un extraño llama, y es gran parte del material que la gente recuerda con horror y asombro. La película que aparece durante el final de la década viene trayendo un bagaje cultural de otras del género como Halloween (John Carpenter, 1978) y Navidad Negra (1974), películas que juegan además, con el elemento de suspenso entre el mito original, y una especie de crítica de repugnancia frente a la suburbia perfecta norteamericana, en donde uno no esperaría que de todos los monstruos, un maniaco decidiera acechar a una pobre e indefensa adolescente. Walton durante este segmento repite la base del material original, solo que en esta ocasión su cuidado estético es impecable, esto de la mano de la fotografía de Donald Peterman quien captura a Jill aprovechando la expresión de los ojos naturales de Carol Kane, quien ocasionalmente es más expresiva en estos que en rostro –por lo menos en esta película, porque posteriormente su labor como comediante es sobresaliente- y a la que deciden dejar en completa desolación con la aparente comodidad de una casa inmensa, e inmersa entre la oscuridad.
Estos 20 minutos son majestuosos, por lo que resulta extraño ver que Cuando un extraño llama termina sin rumbo por gran parte de su duración. El guion intenta ver lo acontecido 7 años después, entre los que se juntan una misión de venganza del oficial que se encargó del caso y el asesino, el cual pudo huir asegurando una deficiencia en su salud mental, y aquí la torpeza de Walton se percibe porque no existe este juego de cámara, y los personajes no ofrecen una exploración atractiva y podríamos decir natural. Tony Beckley intenta formular a un personaje trastornado huyendo de su seguridad mental, y volviéndose un paria de la sociedad al que se le cierran las oportunidades, pero estos intentos de mostrar momentos de absoluto horror –como una escena en un baño público en donde el personaje de Curt Duncan sufre un resquiebre mental por lo que hizo y lo que le llama hacer- son opacados por un drama policial en donde además, se evidencia la total falta de presupuesto del proyecto.
Cuando un extraño llama se pierde en este acto, y de manera milagrosa encuentra una resolución con su excelente primer momento ahora con una Jill crecida y con hijos que tiene un trauma de los eventos que sufrió, pero tampoco sabe bien qué lograr con esto. Gran parte de su falla se puede adjudicar a la falta de propuesta del género por la década, porque Jill termina siendo un personaje sin crecimiento emocional y que pueda hacer afrenta a su miedo, lo cual es desperdiciado y siendo cruento con un protagonista adherida a una secuencia final en donde ella no obtiene un momento triunfal, pero sí aquel hombre que nos ha estado siguiendo durante toda la película tras la salida de los ojos más expresivos de una niñera en la historia del cine de horror.