Desde hace 40 años la única obra de horror de Stanley Kubrick resulta tanto una anomalía dentro de su filmografía como en las producciones del género de los grandes estudios de la década de los años ochenta.
Por: Deusdedit Diez de Sollano Valderrama
Título original: The Shining
Dirige: Stanley Kubrick
Elenco: Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson
País: Estados Unidos
Año: 1980
Duración: 146 minutos
Hay algo notorio que Stephen King mencionó tras el estreno de El resplandor, Insatisfecho con el filme mencionó una serie de detalles que tenía en contra, pero quizás el más notorio de todos fuera el decir que Stanley Kubrick quiso hacer una película que ante todas las cosas, hiciera daño… y en cierta forma el autor nunca estuvo equivocado.
Para entender un poco esta áspera relación hay que considerar factores que se entrelazan durante las longevas producciones de Stanley Kubrick. Tras Barry Lyndon (1975), Kubrick recibía un inusitado fracaso de taquilla, lo que le hizo plantearse una revisión a su serie de prioridades como realizador, porque o seguía haciendo películas que le nutrieran completamente de manera artesanal y que nadie vería, o tendría que verse en la penosa necesidad de aceptar un proyecto que no fuese compatible con su modus operandi; de alguna forma, tendría que buscar ambas. Ya había rechazado –o más bien rechazaron, a petición de Paddy Chayefsky, su guionista- la opción de dirigir Network (1976), la cual terminaría siendo dirigida por Sidney Lumet.
Intrigado por pensar en qué podría ser efectivo para las audiencias, tomó la presencia del horror como una fuente de inspiración, después de todo ya se le había ofrecido dirigir El exorcista (William Friedkin,1974) y el año del fracaso de Barry Lyndon, un joven Steven Spielberg conquistaba la taquilla mundial con Tiburón; entonces sería el horror, pero el hombre del capricho no encontraba el material adecuado, con frecuencia aventando los libros que pensaba adaptar porque los encontraba ridículos o poco cautivantes, hasta que dio con una de las tantas obras personales de Stephen King, El resplandor, y es algo curioso lo que sucede porque si bien la obra de King acepta la noción de lo paranormal, ante ojos del realizador, la amenaza del hotel y sus habitantes van más allá de las percepciones tradicionales. De acuerdo a Kubrick, existe un mal inherente dentro del hotel Overlook. Esta concepción quedó impregnada en el trabajo final que Kubrick realizó al lado de Diane Johnson en el guión, el cual terminaría siendo minimizado por parte del director que quitaría escenas y diálogos fuertes para los personajes, en específico el personaje de Wendy (Shelley Duvall), a quien Kubrick no dejaba de visionar como una figura lastimera.
El resplandor es un gran logro bajo esas percepciones de parte del realizador, quizás no sea la adaptación más fiel, pero Kubrick supo plantear preguntas mucho más interesantes que la novela misma podría cuestionarse, y a la que le da espacio a la caracterización de un espacio espectral que bajo las normativas cinematográficas podríamos incluso ya preconcebir a la hora de leer el material. De manera irónica, Kubrick al alejarse del material de King y haciendo que este se enoje por ello, termina lanzando elementos que podemos percibir dentro del horror cósmico e inexplicable de Lovecraft y Chambers, figuras por demás importantes e influyentes dentro de la visión del horror del célebre autor. El hotel Overlook es malvado, hay un aura inexplicable que arrastra a seres atrapados en sus espacios, no tiene razonamiento espectral porque no tiene asuntos del pasado, sólo devora a quienes decidan quedarse por mucho tiempo, es un dios pagano que los humanos poco van a entender, y que su pestilencia corrompe el alma sea en absoluto horror, o abrazando los demonios internos de cada uno, envalentona al menos indicado y este pierde la cordura en el intento.
Claro que el lugar está maldito, pero la gracia del filme está en demostrar la mayor parte del tiempo momentos e interacciones por parte de los protagonistas que lejos de solventar nuestra angustia frente a lo desconocido, causan una sensación de incertidumbre. Jack Torrance (Jack Nicholson) es un padre de familia fracasado, alcohólico y agresivo, ¿es víctima de la magia arcana del lugar para decidir salir de este espacio de confort o es algo que ya llevaba desde dentro de su ser?
La triada de personajes principales formulan estas dudas frente a la audiencia y de una manera en la que Kubrick idea mecanismos de tortura para los dos actores adultos, porque Danny Lloyd apenas supo en qué película estaba participando. Nicholson se precipita a extremar una actuación de villano que en Atrapado sin salida (Milos Forman, 1975) ya había bosquejado, pero su Torrance es uno que a pesar de ser un ser detestable y que la película literalmente deforma a un ser de rasgos irreales -gracias a un simple y sutil truco de saber usar los lentes de una cámara- que no tiene mucha redención, nunca se vuelve reprimible para la audiencia y frente a Wendy presenta una dualidad por parte de un hombre ególatra que quiere ofrecer lo que parece ser la “gran novela americana”, atrapado en un matrimonio de mierda, frente a una mujer que ha abandonado el ego para dedicarse en cuerpo y alma a los hombres de su vida, y a quien las vejaciones por más que Kubrick intente plasmar con demasiado horror cruento, salen airosas con apenas un pelo de rencor.
Quizás lo más intrigante dentro de El resplandor se encuentre en su estilo de presentar el horror, considerando cómo se presentaba en los años 70 e incluso a inicios de los 80 con Viernes 13 (Sean S. Cunningham). Aquí el delirio del horror no busca generar un impacto efectista o usar al sexo como un arma de pseudo represión que lo único que busca es dilatar pubertos; no, El resplandor tarda mucho en mostrarnos lo evidente para sus jugadores, a menudo capturando sus rostros horrorizados para luego pasar de manera rápida a lo que están viendo, cautivándonos de inmediato y proponiendo un sentido enigmático a las escenas, a las que también nunca han abandonado un sonido enigmático proveniente de compositores de las nuevas oleadas musicales experimentales, que lo único que hacen es acentuar la incomprensión del horror frente a todos los presentes, audiencia y participantes.
Eso debió de ser radical, porque en primera esta era una película de estudio gigante, de parte de su director de guardia predilecto, con actores reconocidos por ser de rasgo serio, y aquí una película se daba el tiempo de no suplir las demandas de nadie que no fuera Kubrick. El resplandor pasó sin mucha pena ni gloria en la taquilla mundial -curiosamente se estrenó en México un 25 de Diciembre-, para pasar a ser parte del rechazo de críticas de su tiempo quienes no encontraban fascinante la percepción del horror que su director planteaba.
Hoy, a cuarenta años de su estreno, El resplandor a pesar de formar parte de la indeleble cultura popular, a pesar de tener evidente herencia genética con otras películas y directores, de tener mercancía y de asociar a sus personajes en un tono vulgar cuales villanos ochenteros de otros rangos, nunca ha dejado de generar incertidumbre en las audiencias. No se le entiende y lo que no entendemos es lo que causa pavor entre la sociedad, hemos incluso filmado un documental con las teorías más estúpidas que la gente haya intentado formular como absoluta verdad de ella, esperando por fin saciar nuestra duda y la de otras personas que quizás conecten con esta noción.
Pero, al final de todo, en medio de nuestra soledad, los pasillos del hotel Overlook no son tan desconocidos y andar con intriga sobre si al salir de nuestros hogares podremos disfrazarnos de normalidad a pesar de tener apariencia desaliñada y un humor del carajo, no hace otra cosa más que la de generar momentos desconocidos, sombras presentes en el día a día: miedo. En efecto, esto lleva 4 décadas de querernos hacer daño.
Luego de 40 años de haberse estrenado en cines, El resplandor se mantiene vigente y su aniversario es un buen pretexto para verla, nuevamente o por primera vez, en YouTube como renta y descarga o en HBO Go.