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La más reciente entrega del capítulo de Marvel de la temporada es otra película genérica que no aporta nada nuevo al género ni tampoco logra las aspiraciones que busca con tanto ahinco.
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Hay que ser o ciego o imbécil para no aceptar que en la industria del cine, las oportunidades para mujeres en el campo de la dirección o guionismo están bastante limitadas. De que existen casos excepcionales los hay, pero por lo general esta réplica aparece en un intento de tapar la problemática y la gravedad que existe respecto al número tan bajo en comparación con participantes hombres.
De ahí que exista una especie de sanación de parte de los grandes estudios con sus proyectos, que presentan más oportunidades para las féminas en la industria… aunque si de verdad estas intenciones vienen como oportunismo o finalidad comercial es algo que también vale la pena debatir al respecto. Si bien cientos de productos provenientes de directoras, productoras y guionistas existen en el cine independiente, la huella del cambio que la mayoría la percibe reside en las tendencias hollywoodenses, en el género de moda, y por lo que es bastante probable de que este mismo número de personas que van al cine con muy poca regularidad quieran ver reflejado su mundo en sus franquicias de confianza.
DC Comics ya lo había realizado –aunque no fue el primer estudio en tener el crédito de esta proeza- con gran éxito en Mujer Maravilla (Patty Jenkins), por lo que era bastante obvio la respuesta de la otrora compañía, algo que hicieron con Carol Danvers, al que hay que aceptarle su desarrollo y participación por lo menos en la contraparte de texto y viñetas, puesto que ha sido un miembro habitual de Los Vengadores y en años recientes ha adquirido el título de Capitana –dejando de lado el Miss que llevó desde hace décadas- y se ha visto inmiscuida en eventos importantes de la empresa, amén de si estos han sido impactantes o de valor.
Capitana Marvel llega con este abanderamiento y también con el morbo para muchos de que se trata del personaje clave para derrotar a Thanos dentro de un mes, así que tiene muchas miradas a las que debe atender: la de los fanáticos, morboso y detractores.
Desgraciadamente sus ambiciones quedan ofuscadas por una película que falla en varios niveles.
Marvel ha estado actuando como lo haría la empresa que le compró, omitiendo el valor y peso de sus directores y guionistas dentro de cada proyecto y al parecer exprimiéndoles las capacidades creativas o de interés que los orillaron al proyecto. En este caso el trabajo de Anna Boden y Ryan Fleck quienes han realizado comedias dramáticas independientes de gran valor y quienes quedan diluídos desde el guión que realizaron junto a otras 3 personas quienes de manera independiente han logrado materiales de valía, pero que aquí no saben qué es lo que quieren trazar en el personaje de Carol Danvers, un personaje de misterioso pasado al que no se le ofrecen respuestas respecto a sus poderes ni que tampoco se muestra interesada en este mundo intergaláctico. Al mostrarse desinteresada y sin conexión a este y –por ende- los demás personajes, los primeros minutos de la película rayan en un soporífero que no habíamos visto desde Thor (Kenneth Branagh, 2011).
Es a partir de la llegada del personaje en el mundo de los noventas, que la película da un respiro, y en donde ya podemos presenciar la capacidad de los dos directores. La estoica naturalidad de Carol se cruza con un rejuvenecido –e inexperimentado- Nick Fury (Samuel L. Jackson) con el que hace una dupla entretenida y de amistad creciente, con la que poco a poco empieza a perfilar sus convicciones humanas afines a las que existen en su misterioso origen, y al final de cuentas tanto una lección de su fortaleza interior además de las complejidades dentro de una guerra y sus bandos.
Si bien la recreación de los noventas no es nostálgica y sin esencia como otros productos de la misma calaña, lo que demuestra la película durante estos momentos con más acción es que Boden y Fleck no contemplan las coreografías de acción a la hora de dirigir, logrando momentos de confusión en sus batallas y en donde se abarata el sentido de sorpresa, eso además de una persistente necesidad de que la película contemple un soundtrack memorable, como lo fueran las anteriores entregas de Guardianes de la Galaxia de James Gunn; la diferencia radica en que las decisiones de Gunn acrecentaban la escena y eran opciones fuera de la noción –además sinónimo del equipo y su lazo familiar al ser las canciones que Star Lord escuchaba desde niño- y aquí, pues están, aparecen en los momentos menos oportunos, esperando generar esa conexión que otros realizadores perciben como “canciones retro”… y eso que hay un momento particular en donde una canción aparece en los recuerdos de Carol y jamás se vuelve a mencionar.
El clímax de la película nos deja claro el poder del personaje y esto en definitiva genera cierto interés en saber su omisión dentro de todo este mundo, además de su relación con los demás miembros del equipo, también como segunda oportunidad a Brie Larson quien ante muchos ojos se le tacha de incapaz de llevar al personaje, pero creo que no es el caso, ya que hay atisbos y reitero su relación con personajes más interesantes lo que venden la idea de que se trate de una superheroína fuerte y confiada.
Hay valor de entretenimiento en Capitana Marvel, pero el anhelo de tener un producto rompe esquemas es el que termina afectando a una película que a pesar de sus esfuerzos, no deja de percibirse como vacía y otra más dentro del océano que representan todas estas películas del género.
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