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Los globos de oro son… peculiares.
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Creada por la asociación de prensa extranjera de Hollywood –por sus siglas en inglés HFPA– es innegable que vive a sombra de la otrora ceremonia “grande” de acuerdo a los estándares de cultura popular y su respectivo impacto, los premios de la academia. La peculiaridad de estos radica en que suelen ser de un contenido más ligero -con alcohol incluido- y en lo que a menudo se resume en premios generados por la gira de parte de los artistas y sobornos de estos para los ya 93 seleccionados dentro del club de la HFPA.
Este año la selección de películas era muy interesante, más que las de otros años porque aunque mucha gente no lo crea, 2017 fue un año repleto de material digno de celebrarse y muy poco con aires de “Oscar season bait”. Claro, existen situaciones bastante extrañas como el hecho de que ¡Huye! de Jordan Peele estuviese en la categoría de comedia y la más infame de la noche, el hecho de que Greta Gerwig no estuviese nominada por Lady Bird.
Menciono infame porque esta situación, fue más aguda con el mensaje que trataban de dar los famosos en una ceremonia que trataba de dar un punto y tuvo elementos destacables, pero era bastante irregular.
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DE LUTO.
El efecto Weinstein tuvo su inevitable repercusión: se volvió el tema central de los globos de oro y era una visión más crítica y de potencial que desde la alfombra roja se dejaba ver. Las mujeres presentes se presentaban ataviadas de vestidos siempre preciosos pero todos negros, y no iban solas; varias iban acompañadas de personas importantes dentro del campo de los derechos sociales.
Y aquí empezó el choque de ideas, de lo establecido frente a un cambio positivo dentro del medio.
La alfombra roja es el evento menos interesante para mí, porque es la comidilla de canales como E! en donde se disponen a hablar de moda o de cosas banales, la cuestión radica en que si te tocó ver la ceremonia a través del canal, veías algo: el cansancio de las mujeres por esta necesidad de resaltar esos aspectos. Las entrevistadas no tenían interés de contar sobre diseñadores y estaban más enfocadas en presentar a sus invitadas; Michelle Williams tenía pasión de resaltar la misión de Taranna Burke quien concibió el hashtag de #MeToo y de su heroísmo por querer cambiar las cosas independiente de que si fueras actriz o no, y el canal no podía ocultar su tedio frente al tema decidiendo enfocarse en la llegada de otras artistas o lo que hacía Angelina Jolie. Tampoco ayudaba ver que E! no entendiese la gravedad del asunto y recibía críticas por parte de varias mujeres que recalcaban que el canal –como muchos otros- no ofrecían la misma paga para las mujeres, situación que provocó la renuncia de Catt Sadler, conductora de E! desde hace años que descubrió la incoherencia a la hora de recibir cheques.
Y eso… fue interesante, e incómodo. Por incómodo me refiero a que la noche tenía un aura de cambio, pero la ceremonia no sabía cómo trasladar esto de manera amena o respetuosa en toda ocasión.
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Desde el inicio se sentía todo apurado, de nuevo a la hora de recibir un premio lo menos importante es escuchar el agradecimiento de los asistentes porque deben entregar otro (Guillermo del Toro remarcó que “le dieran un minuto, que esto llevaba 25 años en desarrollo”), por lo que lo que decían las actrices respecto al movimiento social que asimilaron de “Time’s up” o no pasaba de manera lograda, o era cortado de manera obscena por la canción que invadía el discurso. Hasta Seth Meyers, quien inició de manera agradable y noble cediendo la importancia al movimiento y sucesos del año no hizo más fuera de su monólogo de apertura.
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El punto cumbre llega cuando Oprah Winfrey a recibir su premio Cecil B. DeMille. No es precisamente la actriz más valorada por los globos de oro ya que sólo ha tenido una nominación y esa fue en su debut dentro de El Color Púrpura (1984) de Steven Spielberg, pero si el movimiento de la noche necesitaba de un aliado poderoso, este se encontraba en Oprah quien, no voy a mentir: dio el discurso más atractivo y emotivo del reconocimiento en lo que yo recuerde.
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Optimista, conmovedor, merecedor de aplausos en todo minuto y extenso, Oprah salió ovacionada y vitoreada gracias a su intención de motivar a las niñas que vean el evento de la misma manera que ella reaccionó cuando vio a Sidney Poitier ganar un premio de la academia, seguida de la entrega a mejor director por parte de dos contrastes: Ron Howard quien a pesar de ser un buen director por cuenta propia ha sido usado por el sistema Hollywoodense como carta de última salvación en varias ocasiones, y Natalie Portman, quien reveló su descontento de ver a puros hombres en la categoría.
Nadie dijo que todo estaba arreglado y de que no había incoherencias dentro de la ceremonia y sus labores, pero es un inicio.
Contrario a lo que mucha gente opina, no estoy en contra de que los famosos se levante frente a situaciones que les incomodan o que necesitan una revisión social o política, son personas, tienen problemas no por hacer películas pierden el derecho a no tener una voz.
Pero ahora hablemos del centro de todo el asunto: Películas.
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QUINIELA QUISQUILLOSA
El chiste de que los globos de oro son predecibles y que sólo sirven para asegurar premios OSCAR, no salió en la noche pasada, porque por primera vez en mucho tiempo, era difícil asegurar quién tendría éxito durante la noche.
Sí, por un momento reanimó lo que la entrega pasada no tenía: ser impredecible.
La película que se llevó más premios en la noche, no fue La forma del agua ni Lady Bird ni The Post, fue Tres Anuncios Afuera de Ebbing, Missouri (pendiente de tener un título más cercano a Una loca historia de anuncios o algo así). La película de Martin McDonagh obtuvo el premio de mejor guión –también del director- y la dupla de la película hizo que se llevara a casa premio por Mejor actor de reparto para Sam Rockwell y Mejor actriz para Frances McDormand.
La gente en un principio no tendrá idea de por qué una película con nombre tan largo obtuvo el premio a mejor película y quizás la primera noción es que este premio lo haya obtenido por la corrección política de la noche enlazada a que es una película acerca de una mujer que busca justicia por la muerte de su hija que no ha sido esclarecida, pero como todas las películas de McDonagh, hay una carga de humor muy negro y una revisión del tema que propone en un inicio, porque una historia de justicia termina siendo una lectura de cómo la gente busca lo que sea con tal de que se sacie esta sed. Y realmente fue una elección fuera de lo seguro, sobre todo en la categoría de Mejor actriz que es la más reñida del año y en donde McDormand se encontró sorprendida… y ¿Algo ebria?
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La otra gran ganadora de la noche, es el orgullo nacional.
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La forma del agua es la última película de Guillermo Del Toro y creo que todos teníamos esperanzas de que una obra de fantasía tan personal como la película de Del Toro obtuviese el premio a la mejor del año. Aun así el cuidado y esmero a su revaloración del monstruo clásico generado por su infancia manchada de Universal Monsters obtuvo el premio a Mejor Score para Alexandre Desplat y su cautivante uso del theremin para trazar una historia de romance, y es la obra más dedicada en el terreno de la dirección –sólo es necesario revisar todos los diarios de producción que Del Toro ha estado compartiendo en redes sociales para constatar tanto amor- así que su victoria era justa y necesaria, con un hombre simple, nerd, a punto de romper en felicidad, y que saliendo de la ceremonia se fue a festejar comiendo una hamburguesa.
Otra con premios gemelos, fue la película de Greta Gerwig, quien a pesar de no estar nominada a mejor directora, obtuvo el premio a Mejor película de comedia o musical, en donde sus productores también cedieron el espacio para dejar que ella, la creadora principal de todo el proyecto quien no dejó de agradecer a la gente de Sacramento, esa gente que nutrió el alma y personalidad de la obra. Saorsie Ronan por fin comienza a tener el aprecio que nadie le da y ganó por el epónimo personaje: una heroína para los inconformes y de alma púber sin miedo a comerse el mundo. Los otros dos filmes celebrados también son motivo de orgullo.
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¡Fatih Akin acaba de ganar un Globo de Oro por Mejor película extranjera!
Esto se lee ajeno para muchas personas, pero hay que recordar que el año pasado, Fatih se presentó en GIFF en donde fue uno de los más partícipes: tuvo una extensa y amena charla con el público (en donde te dabas cuenta de que lejos de ser pretencioso es un sujeto fanático de cosas inesperadas como Bruce Lee y la obra de Joe D’Amato), se presentó una selección de sus películas, se contó el estreno de In the Fade –la película ganadora- y como de costumbre, lo podías ver por la ciudad y entablar una conversación cinéfila.
El hecho de que haya ganado abre dos caminos: el de que Fatih pueda estar más cerca al premio del hombre desnudo dorado, y de que sus obras –que siempre han valido la pena- tengan una evaluación más abierta en Estados Unidos, por mucho el mercado más complicado de llegar a nivel global. Fatih se mostró nervioso ante un grupo de personas que probablemente no hayan visto la película, pero puede decir con orgullo que dijo un par de chistes para romper el hielo, de que por ALGUNA RAZÓN estaba matando de tedio a Ridley Scott –quizás se le hizo muy largo el discurso al genio detrás de Alien Covenant– y de que no dejó de agradecerle a Diane Kruger quien también percibió el desconocimiento de la audiencia y lo hizo notar en pocas palabras.
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Coco se lleva el premio a Mejor película animada; no se llevó Mejor canción, lo cual es un crimen grave porque Recuérdame ha sido la canción de más fácil apego mental y emocional en lo que fue del año, perdiendo frente a El Gran Showman, pero la estatuilla en su categoría de nicho era algo que pone a revitalizar a Pixar que llevaba rato en letargo… aunque no recuerdo que Adrian Molina haya subido al escenario para recibir su premio como co-director.
Los otros tres sucesos referente a actores fueron individuales, evitando que la ceremonia se “Lalalandrizase”.
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James Franco gana por ser Tommy Wiseau en The Disaster Artist, subiendo al escenario acompañado de su hermano y el verdadero Tommy Wiseau que a pesar de haber hecho una película risible sin tener noción de qué es una película, ha tenido una reevaluación a tal grado de volverse un autor dentro de la industria… y una figura optimista, porque ha vivido el sueño de muchos, con todo y lentes de sol, acento raro y jeans extremadamente cool como para ser usados por una persona.
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Yo, Tonya no ha resultado ser la obra cumbre de la temporada a pesar de las predicciones, pero es más por la competencia que se enfrenta; de todas formas obtuvo da un merecido premio a Allison Janney, otra de las eternas nominadas en la ceremonia y que lo gana fuera del terreno televisivo por su interpretación de LaVona Fay Golden.
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Y Gary Oldman… oh Gary Oldman. Décadas de ser ignorado por las ceremonias de premios hicieron que uno de los mejores actores de nuestros tiempos arremetiera en contra de los globos de oro, argumentando con extrema validez que sólo se trataba de obtener ratings y de la campaña para obtener un premio que omitía a la celebración del arte de hacer una obra, pero este año acaba de ganar su primer premio por ser Winston Churchill en un momento incómodo para los que sabían sus declaraciones… que al parecer eran muchos que también se suman al tema del año, porque Gary Oldman, que ha recibido una denuncia por abuso en el pasado no tuvo una entrega victoriosa.
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¿Los globos de oro tendrán el peso que tanto han querido, su validez como movimiento social seguirá el año que sigue o se volverá una hoguera de brujas en un punto?
El tiempo lo dirá, pero la noche de ayer fue como siempre: peculiar.
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