Da la casualidad de que dos de los grandes ejemplos de directores mexicanos – Guillermo del Toro y Roberto Gavaldón- poseen películas con similitudes imposible de no notar y de formar en una doble función recomendable a más no poder.
Por: Deusdedit Diez de Sollano Valderrama
¿Ya vieron El callejón de las almas perdidas? Puede que se trate de la película con más dividendo entre audiencias y crítica de parte de Guillermo del Toro, quienes la encuentran como o una de sus más fascinantes entregas fílmicas, o una que no cuaja del todo dentro de sus exploraciones a nuevos géneros alejados del horror. De cualquier forma, como todo lo de Guillermo es una película que exuda las influencias y pasiones del mexicano, las cuales se barajean en los asistentes de las salas de cine con la intención inconsciente o subconsciente, de recordarlas o de quizás aún mejor, descubrirlas por primera vez para beneficio del más curioso.
Desde el aspecto visual de pinturas de Andre Wyeth y Norman Rockwell, pasando por referencias fílmicas de cosas como el carnaval de noche lluviosa en reversa de Dumbo (Ben Sharpsteen, Norman Ferguson y Wilfred Jackson, 1941), o pósters del lugar que aparecen en la primera versión de la novela dirigida por Edmund Goulding de 1947, pasando a ser básicamente una película que le da la oportunidad de enfatizar su enorme deuda emocional hacia Freaks, la película de 1932 que le costó credibilidad a Todd Browning en Hollywood.
También es que Del Toro en entrevistas ha dejado un mapa de recomendaciones dentro del género noir en donde aparecen prospectos como Stanley Kubrick con The Killing (1956) y hasta Marilyn Monroe en su última –y mejor- película en Niágara (Henry Hathaway, 1953)… pero hay una, que puede pasar un tanto desapercibida. No aparece en menciones dentro de las ruedas de prensa y artículos que se comparten a menudo,
pero es probable de que las audiencias nacionales la tengan en la punta de la lengua – o en el caso de quien escribe estas líneas, en la segunda función- a la hora de ver El callejón de las almas perdidas, sobre todo porque Bradley Cooper de entre todos los looks que pudo haber heredado encarna en sus labios ese bigote galante, herencia del siempre genial Arturo de Córdova.
Estrenada en 1951, En la palma de tu mano es otro triunfo dentro de la increíble y fructífera carrera de Roberto Gavaldón. Apenas saliendo de un proyecto enteramente personal que retrataba la incesante campaña moral que tenía contra la corrupción en Rosauro Castro de 1950, En la palma de tu mano significaba una apuesta de mano jugadora de inmediato generadora de ingresos, porque representaba su regreso a filmar con el yucateco.
Una vez constatado, es imposible no pensar en las dos películas y que sirven como una curiosa tercera función entre la inevitable comparativa de las dos versiones oficiales y esta. Y es que el argumento de Luis Spota –quien se estrenaría en este terreno- y adaptado por José Revueltas, puede que se encuentre inspirado en la novela de William Lindsey Gresham, después de todo esta aparecería en 1946 y la adaptación fílmica de Goulding no tardaría ni el año en aparecer en las salas internacionales.
Hay ciertos elementos que se traspasan de una película a otra y que hacen el ver En la palma de tu mano una gran curiosidad. Karín al igual que Stanton es un sujeto que ha logrado posicionarse en el mundo por su capacidad de engaño y seducción –en el caso de la mexicana siendo una de las que aprovechan esta condición natural de Arturo de Córdova considerando su origen radiofónico- al engatusar a gente desesperada por
entender su realidad, pero que encuentran un punto de cansancio que, para la siguiente oportunidad de obtener dinero fácil, no nada más lo realizan por esto sino por una especie de reto personal y emocional.
Estos reciben la ayuda de sus asistentes y amantes personales, y las dos tienen este razonamiento casi virginal. Molly es la niña eterna que por lo menos en la película de Del Toro se intuye muy poco de su pasado y su complejo de Elektra, Clarita (Carmen Montejo) por otra parte es una mujer más activa y que logra sacar la información de las víctimas de Karin al ser la trabajadora de un salón de belleza, aunque no menos desmoralizada y despojada de esta gratificación sexual… algo curioso si tomamos en cuenta que la pareja comparten casa y cuarto, más no camas; ambas terminan adheriendo de una forma u otra esta lectura del individuo para ser engalanada por el misticismo de sus amores imposibles y ambas pierden su lugar y son humilladas por no ser lo suficientemente erotizadas ni inteligentes a diferencia de las nuevas mujeres que llegan a la vida de Stanton y Karin, con la doctora Lilith Ritter y con la viuda Ada, interpretada por Leticia Palma.
Aunque también pasada esta condición de curiosidad, uno se encuentra una película que tiene valía y respira por su propia cuenta, contándose como de entre las mejores del realizador.
Karín podrá ser un embaucador y un desalmado en cuanto a su objetivo, sin embargo no es un mal sujeto. Está consciente de las cosas malas que hace y dentro de su círculo de conocidos incluso ayuda a suavizar la realidad de aquellos que carecen de las herramientas básicas para existir en este mundo. Es de hecho muy curioso cómo Karín es un protagonista atípico, involucrado en esta senda de peligro casi de forma accidental, trasgrediendo así, otra historia que no es la principal, pero que es pura esencia del noir con una mujer y su amante planificando la muerte de su rico esposo a la Doble identidad (Billy Wilder, 1947).
Es incluso un gran ejemplo del mexinoir y sus bondades frente a los tradicionalismos norteamericanos por los que siempre tiene comparativos; En la palma de tu mano es una película bastante esmerada de revelar los espacios urbanos y la relación de estos con los personajes de que dicen bastante sobre ellos, no limitándolos a conversaciones de un solo espacio o cuarto. Desde Karín y su oficina de varios pisos que tienen anuncios neón con un rostro enorme que da director al Hemiciclo a Juárez o la Taberna del Greco que medio abandonada por los horarios, sirve para engatusar y reforzar el romance trágico de Clarita, y la secuencia final en donde el fraudulento encara a su destino –ahora no en las cartas pero sí parafraseando al título En la palma de su mano– a pesar de no querer y constantemente dar dádivas, para pasar a una morgue irreal dentro de una estación de policía que sirve para exagerar esta tensión emocional de la que colapsa, y de la que nos prepara una última bofetada.
Es una joya del cine nacional, y a diferencia de la primera adaptación de El callejón de las almas perdidas –y quizás hasta de esta nueva versión dada la trágica resolución de taquilla mundial- la película de Gavaldón gozó de una taquilla saludable durante su estreno el 21 de Junio de 1951 manteniéndose 6 semanas en el número uno, y para la séptima entrega de los Arieles, En la palma de tu mano se volvía la gran ganadora de la noche, con 11 nominaciones de las que ganaba 8: Mejor película, mejor dirección, mejor actor, argumento original, mejor fotografía, mejor edición, mejor sonido, y mejor escenografía.
En la palma de tu mano se encuentra disponible en la plataforma de Blim con una versión restaurada del material original, en Youtube se puede ver una versión no oficial.