Ti West se adelantó por diez años a la nostalgia por la estética audiovisual de los años ochenta en su obra más popular, una película que abraza el pánico satánico de la época.
Título original: The House of the Devil
Dirige: Ti West
Elenco: Jocelin Donahue, Greta Gerwig, Tom Noonan, Mary Woronov, A. J. Bowen
País: Estados Unidos
Duración: 95 minutos
El pánico satánico fue real. Si bien miles de nosotros estuvimos acostumbrados a ver la interpretación del fenómeno a través de películas gamberras de presupuestos miserables que tenían un fetiche hacia el culto del maligno, la idea era meramente un reflejo sobre el auténtico miedo que la sociedad norteamericana tenía en ese punto, un pánico moralista y cristiano que, lejos de querer poner en debate situaciones como la venta de armas, los azotes económicos de los reaganomics y el conflicto de las drogas como la pandemia de crack en comunidades afroamericanas sirviendo como fichas de pesimismo en un duelo de medirse los pitos contra la URSS, quizás era más fácil decir que el origen de todo lo jodido del mundo yacía en un grupo de personas que con gabardinas y sangre de vírgenes, buscaban infectar al mundo del mal… ese mal inherente en el espíritu humano.
Los proyectos de esta calaña como menciono, son pobres e insostenibles frente al embate del tiempo que los deja ver como hermanos inferiores de obras como El bebé de Rosemary (Roman Polanski, 1969) y El exorcista (William Friedkin, 1973), películas consideras clásicas y posibles culpables del inicio de esta oleada de sub-género, pero si algo han dejado como herencia, es su apartado visual, a menudo consecuente de un presupuesto ínfimo que les obligaba a ser creativos o de no contar con tecnicismos de Hollywood que se dejaba ver. Este apartado en nuestros tiempos ya es parte de una estética que invade casi todo producto que consumimos, y presente en los nuevos materiales de horror, que adoptan estos defectos junto a un score musical de sintetizador, emulando en sus ojos lo que pudiera ser una película que entra bajo ese canon de época… la verdad es que muy pocas logran salir de ser un pastiche consciente de lo que es, pero si podemos buscar un antecedente de hace diez años, sólo es cuestión de observar lo que Ti West hizo con La casa del diablo (The House of the Devil).
Samantha (Jocelin Donahue) es una chica universitaria que se encuentra emocionada de poder obtener su primer casa, completamente alejada de su molesta compañera de cuarto de la universidad que no le da su espacio, por ser tan opuestos, una responsable y tímida, la otra una que prefiere usar las instalaciones educativas para tener sexo despreocupado. Samantha tiene unos días para poder conseguir el dinero de la renta, por lo que tras ver un anuncio que solicita a una niñera, lo atiende para ser inmediatamente contratada, con urgencia para sus servicios el día de hoy, día que tiene la peculiaridad de tener un eclipse lunar, quizás lo más emocionante que pasa en este , su pequeño poblado.
La peculiaridad de su labor es que Samantha tiene que atender una casa que se encuentra en medio del bosque, alejada de los vecinos salvo de la cercanía de un cementerio y no va a cuidar niños como el anuncio mencionaba, sino a una señora de avanzada edad que resulta ser bastante efusiva, al principio Samantha considera las advertencias de su amiga Megan (Greta Gerwig), pero de nada sirve porque la oferta de obtener 400 dólares por una sola noche son suficientes como para aceptar la labor, lo cual sella su destino.
Ti West presenta un filme con honesta aproximación, porque su intención de querer recrear la esencia de los filmes con los que creció no nada más se mantiene en el perfil del homenaje barato que otras películas han intentado realizar y que sólo parecen entender que por verse vieja la fotografía -con grano e imperfecciones- es como se homenajea el cine con el que se creció; la virtud de La casa del diablo es que también emula los movimientos de cámara y el posicionamiento de esta, lo que hace pausible la idea de pensar de que la película –la mayor parte del tiempo- es una de esas viejas proezas de nuestra juventud.
También ayuda a convencer de esta idea el hecho de que Jocelin Donahue parece sacada de un molde que concibió a Margot Kidder y a Jessica Harper, actrices scream queen por excelencia y que posee los mismos elementos de sus protagonistas: personas con un fin honesto que encuentran un desenlace dentro de una mansión misteriosa. Aquí Samantha sigue los mismos protos y en sí persiste una advertencia y sensación de incomodidad por parte de la audiencia, los cuales sabemos de la evasión de esta chica frente a su instinto natural por querer independizarse de una vez por todas. A eso debemos de sumarle la grata aparición de Greta Gerwig, quien antes de ser una directora nominada al premio de la Academia se prestaba a actuar en los proyectos de sus amigos, siendo aquí la fiel Megan, de apetito insaciable, y un estima de gran valía hacia su amiga que quiere ver superarse, y por la que sucede uno de los momentos en donde la película demuestra su punto de no retorno de manera hórrida.
Así es durante la mayor parte del tiempo, aproximadamente por una hora para ser exactos, antes de que el verdadero infierno explote… y curiosamente aquí es donde el principal problema de La casa del diablo existe, porque todas estas alabanzas frente a su acabado fílmico y entendimiento se van por un clímax que parece sacado de esos filmes baratos de la época, lo cual contrasta demasiado con una película que buscaba generar una atmósfera de incomodidad y que de pronto parece un video estudiantil barato. Pero quizás ese sea el punto que West y compañía intentan generar, no tomarse tan en serio en su parte final para poder mostrar un pesimismo de la época porque tanto las obras pilares como esas producciones gamberras tienen un espacio y valor dentro de una persona cinéfila.
La casa del diablo se estrenaría el 29 de Octubre del 2009 y pese a tener una buena recepción de la crítica, como la mayoría de las películas de Ti West y muchos de su generación, no pasaron percibidas en la taquilla, lo cual ahora que lo estoy pensando es algo bastante melancólico, pues me hace pensar en la lucha de su director por tener reconocimiento en un mercado que ha estado pensando que el género ya se encuentra apagado y sin nada nuevo e interesante qué mostrar, pero más bien no sabemos buscar en los lugares adecuados.
https://www.youtube.com/watch?v=AtXtSGRV0xc