La última de las presentaciones en segmento de Disney durante la etapa de los años cuarenta resulta ser una propuesta con potencial, seguida de una obra invaluable de la temporada en donde las hojas caen y los espíritus se avivan.
Título original: The adventures of Ichabod and Mr Toad.
Dirige: Jack Kinney, Clyde Geromini y James Algar.
Elenco: Basil Rathbone, Bing Crosby, Germán Valdez “Tin Tan”.
País: Estados Unidos.
Duración: 68 minutos.
A pesar de la figura que representa un estudio como Disney en estos tiempos –que devora un sinnúmero de propiedades y hace un mercado sin competencia- hay que recordar que durante sus inicios, pendían mucho de una cuerda floja.
El éxito de Blanca Nieves y los siete enanitos (David Hand y varios animadores, 1937) no se tradujo en las consecuentes obras del estudio; Pinocho (Ben Sharpsteen, Hamilton Luske y varios animadores, 1940) era un fracaso de taquilla y fue desdén de Walt Disney por ello hasta su reevaluación en los años setenta, e irónicamente Fantasía (Varios animadores, 1940) a pesar de tener recursos innovadores en el campo del sonido y de volverse una de las películas más taquilleras de su año, no logró conseguir el dinero necesario para solventar su producción.
A esos tropiezos, se les suman Dumbo (Ben Sharpsteen y varios animadores, 1941) –que logró ser sustentable en medio de una huelga de animadores que pasaba el estudio- y Bambi (David Hand y varios animadores, 1942), que llega durante las vísperas de la segunda guerra mundial, ofuscando su paso por mercados Europeos. Fue por ello que la decisión de la compañía a partir de entonces sería redoblar esfuerzos con cortos animados, que no eran caros en comparación con largometrajes, y así fue como
Disney la mayor parte de los años cuarente dependió de compilatorios, búsqueda en mercados latinoamericanos –como lo fueron Saludos Amigos (Varios animadores,1942) y Los tres caballeros (Norman Ferguson y varios animadores, 1944)- y las dobles funciones, de la cual Las aventuras de Ichabod y el Señor Sapo sería la última de estos experimentaciones a la hora de abaratar costos, que pasarían al olvido con la producción de Cenicienta (Clyde Geronimi, Hamilton Luske y Wilfred Jackson, 1950) tras el fin del conflicto bélico.
A pesar de llamarse Ichabod y el Señor Sapo, el primer segmento es del que aparece como segundo en el título. Adaptar la obra maestra de Kenneth Grahame daría para un largometraje para el estudio, y de hecho pudo ser; los derechos de El viento en los sauces fueron tomados porque el potencial de vender una historia para niños se encuentra en el hecho simplista de que los protagonistas son animales –por lo que referencias al misticismo y a la burla del estilo de vida inglés quedan de lado- y decide ser una versión resumida del material con la historia del Señor Sapo, un aventurero muy diferente al ritmo calmado de sus otros amigos, un topo, un tejón melero y una rata de agua. El Señor Sapo en vez de calmarse por un momento busca aventuras, y termina fascinado por un vehículo motorizado que se vuelve su nuevo berrinche, a pesar de estar a punto de la quiebra por sus desventuras.
No le evita escaparse de su mansión y conseguir un auto… aunque parece ser que lo hizo de manera ilegal, lo que lo pone en juicio. Es precisamente su simpleza un punto de partida perfecto para un aspecto cómico en donde estos animales antropomórficos de la buena educación viven en una sociedad que los obliga a interactuar con humanos que carecen de modales y que son violentos, a eso se le debe de agregar momentos de absoluta belleza e inusuales para las producciones de Disney hasta este punto, porque hay una particular escena en donde la persecución del Señor Sapo es a través de un poblado repleto de neblina, que a pesar del momento y atmósfera no se toma tan en serio porque en realidad nuestro héroe está huyendo de unos keystone cops.
Existe una duda sobre si este en realidad era un material indicado para realizar una doble función, porque el doblaje de Basil Rathbone –marcado como un estelar- nunca es enteramente aprovechado, pero sí es que existe un hilo conductor perceptible por la belleza que resulta el segmento de Ichabod.
Este tiene un prólogo en la librería live action en tono burlón con una narración de Bing Crosby aludiendo a la calma de Rathbone y demostrando que en la América existen relatos clásicos con protagonistas envidiables. Ichabod es un hombre horrible que llega al poblado de Sleepy Hollow, un poblado con mujeres cansadas de sus hombres fornidos y que en tanto tedio encuentran la llegada del profesor esquelético bondadosa y atractiva.
No es que este sea un tipazo, sino todo lo contrario: un sujeto que se aprovecha de la situación porque curiosamente el protagonista repite un elemento temático con el Señor Sapo: seres fallidos que no velan por otro interés más que el de su propio egoísmo. Si bien el sapo posee amigos que intentan hacerle calma en medio de la diversión y orgullo, el pecado de Ichabod se encuentra en la gula. Con comedia atinada entre los encuentros desfavorables de Ichabod y el galán Huesos por el amor de Katrina –que curiosamente sería reutilizada como modelo para Cenicienta– el corto avanza a carcajadas hasta el segmento que nos compete por la temporada: la noche de víspera de todos los santos, en donde el profesor descubre de la leyenda del Jinete sin cabeza, de nuevo cantada por un gran tema de Crosby.
Y… con el profesor que lejos de la comida y la seguridad de un hogar, tiene que regresar a casa. El segmento es por mucho el mejor animado de los dos, entrega pasional de parte de los animadores que a pesar de las labores pesadas y despidos constantes con tal de perfeccionar la secuencia logran una escena que conjuga humor y horror por igual, que quizás haya sido punta de lanza para creadores de los que ya hemos estado hablando en estos días.
Las aventuras de Ichabod y el Señor Sapo tendría su estreno formal un 4 de Octubre de 1949… y pasaría sin pena ni gloria. En nuestro país no sería lo mismo el 10 de Octubre de 1951 –un año después del estreno de Cenicienta– porque en una de las mejores decisiones de doblaje que el estudio buscaba como para seguir intentando este impacto de mercados extranjeros, el segmento de Ichabod sería narrado por otro maestro de la canción, un homólogo a Crosby tanto en tono, como en popularidad: Germán Valdez, mejor conocido como Tin Tan, en el primero de tres colaboraciones. No sólo respeta el texto y ofrece su estilo de una manera que hace dejar en pena a los doblajes modernos, sino que deleita con su canto en dos ocasiones, haciendo que Tin Tan tenga una canción obligada para panteones y fiestas de temporada, que quizás no le has pedido a tu DJ de confianza.