[vc_row][vc_column][vc_column_text]
Por Jonathan Eslui @JonathanEslui
Una crítica inteligente al clasismo en México y un retrato realista de la clase más adinerada del país a inicios de los años 80.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]
Actualmente, el cine mexicano pasa por una etapa en la que la mayoría de los estrenos nacionales que llegan a la cartelera comercial son comedias que, aunque entretenidas y sumamente exitosas en la taquilla, en realidad no aportan nada, pero afortunadamente también hay cineastas enfocados en contar historias que resulten interesantes que vale mucho la pena ver en la pantalla grande, tal como lo es el caso de Las niñas bien, la adaptación cinematográfica de la emblemática novela homónima de Guadalupe Loaeza.
Tras un exitoso paso por diversos festivales de cine, incluyendo un estreno mundial en el que se llevó los aplausos de los asistentes durante la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), Las niñas bien por fin llega a las salas de cine en México con su historia centrada en un grupo de mujeres adineradas de Las Lomas que, en medio de cambios importantes por los que pasa el país en plena década de los 80, tienen vidas llenas de lujos que muchos podrían envidiar, pero que son monótonas y están vacías.
En la que resulta una muy buena adaptación al cine de un libro que ha dejado una huella importante, la directora Alejandra Márquez nos cuenta una historia sobre el despilfarro, la soberbia, la estupidez y la hipocresía de la clase alta ochentera en un México que se estaba transformando como consecuencia del mandato presidencial de López Portillo, y en el que los cambios económicos estaban afectando severamente a esas personas cuya mayores preocupaciones antes eran saber en qué parte del mundo pasarían sus siguientes vacaciones, cuándo cambiarían su auto por un modelo del año y qué más cosas que no necesitaban podrían comprar.
Las niñas bien muestra lo que pasa alrededor de un grupo de mujeres con una posición económica envidiable que pasan sus días de compras y asistiendo a un exclusivo club de tenis en el que pasan la mayor parte de su tiempo contando chismes relacionados a las otras familias de su círculo social, así como criticando a todos los que hacen cosas que según sus retorcidos valores están mal. Aunque la cinta tiene a cuatro personajes principales, una de ellas, Sofía (Ilse Salas), es la protagonista y es alrededor de quien gira la trama, misma que nos hace testigos dela caída de una princesa que se aferrará a no perder su posición debido a que tristemente es lo único que tiene, el saber que puede sentirse más que los demás sólo por tener más dinero que muchos.
En medio de una crisis económica que afecta a México, a la familia de Sofía le pasa lo que a muchas otras familias de su clase, su dinero se ha acabado y debe enfrentarse a la cruda realidad cuando se da cuenta de su caída social. Vemos a una mujer encantadora, perfecta y que claramente es quien lidera al resto de sus amigas, pero a la que le va mal con su matrimonio, que se cuestiona a sí misma si es una buena madre, que es hipócrita y manipula a los demás para tener lo que quiere, a la que le encanta demostrar su poder y que es sumamente soberbia, alguien a quien lo peor que le podría pasar es perder todos sus privilegios y quien aún en el peor de sus momentos se enfoca en guardar las apariencias porque las apariencias lo son todo en ese círculo al que pertenece.
La película tiene varios elementos a su favor, que la convierten en una de las mejores cintas mexicanas de los últimos años. Para empezar, está muy cuidada la manera en la que se retrata al sector de la sociedad en el que se centra la historia y se nota que se investigó para lograrlo, nada está exagerado y todo lo que se presenta encaja perfectamente en cómo era ese México clasista de los 80. El trabajo en los apartados de diseño de producción, vestuario y peinado nos lleva de regreso en el tiempo, lo cual pasa también cuando se muestra el contexto político y social de la época en cuestión. También vale la pena destacar cómo se logró adaptar fielmente el libro original para trasladarlo a la pantalla grande en una forma bastante adecuada, lo cual es consecuencia directa de tener un guión bien estructurado y una dirección eficaz.
Otro elemento a destacar es el de las actuaciones del elenco en general, pero sobre todo hay que hacer una mención especial a la actuación de Ilse Salas como Sofía, pues tal vez se trate de lo mejor que la actriz ha hecho hasta ahora. Salas se transforma por completo en su complejo personaje y con su interpretación logra que entendamos la angustia de Sofía cuando está por perder su vida privilegiada, hace que la odiemos en sus momentos de incomprensible soberbia y hasta nos pone a pensar sobre lo que haríamos si estuviéramos en una situación similar.
Por último, vale la pena también hablar sobre los diálogos de la película, pues estos, sin importar lo ridículos que parezcan en algunos casos, resumen a la perfección cómo son realmente las vidas de esas mujeres a las que vemos en pantalla y nos dejan pensando, pues al escuchar lo que dicen nos damos cuenta que lo que más les preocupa de un funeral es saber qué ponerse, que presumen que no están acostumbradas a comprar ropa de gala en México, que cierta comida por más que les guste y que sea rica es naca, que el mejor consejo que les dan a sus hijos cuando van a un viaje es que no se junten con mexicanos y que al final todas quieren vivir como princesas; todo esto y más nos hace darnos cuenta de lo absurda de su manera de pensar y lo más preocupante es que en el México actual todavía hay gente que habla, piensa y actúa así.
En resumen, Las niñas bien es una película que hay que ver.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]