Por Fabi Alonso
El segundo Salón de la Crítica presenta la crítica de la película La casa de Jack, de Lars von Trier, que eligió el crítico Luis Tovar. El autor participará próximamente en El Taller de la Crítica.
¿Es el cine de Lars von Trier una provocación o es un manifiesto literal de su pensamiento? El regreso del cineasta danés, con una cinta acerca de un asesino serial psicópata, ha despertado nuevamente las acusaciones hacia el director sobre su supuesto mensaje misógino, xenofóbico y profundamente violento.
Quienes se han detenido a analizar desde otra perspectiva la obra de Lars, han encontrado en ella mensajes mucho más profundos y críticos, tal es el caso de su reciente película La casa de Jack, donde además de seguir la historia de un homicida que va relatando los asesinatos que más le han marcado, el director se toma el tiempo para crear un ensayo acerca de un tema totalmente diferente: la relación del artista con su obra.
Jack, personaje interpretado magistralmente por el actor Matt Dillon, es un hombre que desde pequeño se relaciona y acepta su condición de asesino; sin embargo se empeña en ser arquitecto y se propone como objetivo construir su casa, un proyecto que revelará sus obsesiones y parte de su personalidad maníaca.
En la película, dividida en capítulos y con un epílogo, Lars nos revela una gran habilidad para perturbar al espectador y usar como recurso el género gore con el que logra mostrarnos la saña y frialdad con la que Jack asesina a sus víctimas. El director poco a poco nos mostrará a un asesino cada vez más teatral, que va involucrándose más y más con sus presas.
En la recapitulación de asesinatos, la película logra en varias ocasiones trastocar al espectador, Lars es muy hábil cuando se trata de apretar los botones que escandalizan o perturban la moral y buen juicio del público, no se diga de la crítica. El director rebasa el límite, algo a lo que nos tiene acostumbrados si es que ya se ha revisado su obra (Antichrist, Dogville, Nymphomaniac), pero esta provocación no es vacía ni gratuita, pues pretende llevar al observador a un análisis más profundo.
Como ya adelantamos, sería menospreciar a Lars von Trier si creyéramos que sus películas son literales u obedecen a simples ocurrencias, aunque tenemos esta historia de Jack el asesino serial, también el autor divaga y ensaya acerca del artista, el arte mismo, sobre las motivaciones y los objetivos del arte, así como la relación obra- artista, un cuestionamiento que va tratando en paralelo a su historia.
Finalmente, el director lleva a su personaje a un viaje más, uno que desde el principio se revela pero no de manera literal, Jack deberá enfrentar las consecuencias de sus actos en un viaje al inframundo inspirado en La Divina Comedia de Dante Alighieri, una referencia retratada con una particular belleza visual por el autor.
La casa de Jack se revela como una película que necesariamente lleva al espectador a diversas conversaciones y discusiones, algo que la enriquece y sin duda refleja las intenciones del director, que de ninguna manera trata una moral simplista, sino una puesta en escena profundamente provocadora.