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Una inverosímil e interesante historia de la vida real convertida en una película contestaría necesaria para la época actual.
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Desde sus primeros largometrajes estrenados en la década de los 80 y a lo largo de su notable filmografía, Spike Lee ha mostrado lo orgulloso que se siente de ser afroamericano, al igual que su indignación por los malos tratos de los cuales han sido objeto varias personas de color en Estados Unidos. Esa actitud contestataria y desafiante tan característica del director está presente una vez más en El infiltrado del KKKlan (BlacKkKlansman), una cinta construida de manera inteligente a partir de hechos reales que parecerían sacados precisamente del cine, lo que nos recuerda que a veces la realidad puede superar a la ficción.
Ubicada en el inestable Estados Unidos de inicios de los años 70, la película nos cuenta la historia de Ron Stallworth, el primer afroamericano en convertirse en oficial de policía de Colorado Springs y quien, en su búsqueda personal por hacer algo que realmente marcara una diferencia y ayudara a su comunidad, termina convirtiéndose en un agente especial de Inteligencia que logra algo impensable al infiltrarse en la división local del Ku Klux Klan, aunque esto pasa de una forma bastante peculiar ya que, al ser él afroamericano, su contacto con los miembros del peligroso grupo era únicamente por teléfono y para las reuniones en persona era reemplazado por uno de sus colegas blancos.
Conforme se va desarrollando la trama, ésta va mostrando cómo era la mentalidad de las personas en la época en la que se ubica y es así como vemos a los blancos con un racismo tolerable -esos que sólo insultan pero que no atacan físicamente-, a la gente blanca que realmente odia a los afroamericanos y que está dispuesta a matarlos con tal de dar una lección de superioridad para que las cosas sean cómo deben ser de acuerdo a su limitada forma de entender la vida, a los afroamericanos que sólo quieren salir adelante para tener algo que valga la pena y a los afroamericanos radicales que aprovechan cada ocasión que tienen para expresarse por la libertad de sus derechos.
La historia está muy bien estructurada y es fácil seguir el hilo conductor de la misma, la ventaja es que Lee y su equipo encontraron la manera más adecuada de desmenuzar un guión que abordaba un tema sensible para que la trama resultara entendible sin enredos e incluso fuera entretenida a pesar de su seriedad implícita. Lo que tenemos aquí es una efectiva combinación de drama, sin caer en lo trágico, con un cuidado humor negro que refleja a la perfección la ironía de la anécdota de la cual somos testigos en la pantalla.
Otro elemento a favor de la cinta está en sus actuaciones, pues tanto John David Washington (Ron Stallworth) como Adam Driver (Philip "Flip" Zimmerman) hacen un gran trabajo con sus respectivos personajes, otorgándoles la humanidad que debían tener y siendo precisos en cada escena. La dirección también es notable y Spike Lee aprovecha por completo su experiencia cinematográfica para entregar un buen resultado. La temática por sí misma llama la atención y la forma en la que se aborda ayuda a que esa atención crezca más.
El infiltrado del KKKlan es una película que llega de manera oportuna en una época en la que el racismo sigue tan latente en Estados Unidos, algo que queda más que claro con las fuertes escenas mostradas al final, las cuales dejan una sensación de indignación por ver lo que pasa en la nación estadounidense actualmente.
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