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Llega la primera contendiente importante para la siguiente temporada de premios a lo mejor del cine con un acercamiento profundo a la personalidad de uno de los protagonistas de uno de los episodios más emblemáticos en la historia de la humanidad.
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El 21 de julio de 1969 tuvo lugar uno de los acontecimientos más importantes de la historia moderna, en esa fecha el mundo entero mantuvo toda su atención en las noticias y transmisiones sobre la llegada del Apolo 11 a la Luna, en cuya superficie caminó el comandante Neil Armstrong, convirtiéndose así en el primer ser humano en pisar el satélite de la Tierra y escribiendo su nombre con letras doradas para que éste se quedara grabado en la memoria colectiva sin importar el paso de los años; este hecho histórico marcó a toda la humanidad y aquel astronauta estadounidense que lo protagonizó se volvió inmediatamente en una suerte de superhéroe de la vida real no sólo para su país, sino también para todas las naciones a nivel global, con excepción claro de aquellos en los que por diversas causas existe cierto odio contra Estados Unidos.
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Para su cuarto largometraje como director, Damien Chazelle hace una profunda revisión a uno de los hechos fundamentales en la historia de la humanidad desde la perspectiva del que tal vez sea, al menos públicamente, su personaje principal, pues lo que hace el talentoso cineasta es una disección a la personalidad de Neil Armstrong, algo que resulta en un ejercicio cinematográfico bastante interesante y con altos valores fílmicos que bien vale la pena analizar. El primer hombre en la luna (First Man) es diferentes películas en una sola, ya que debido a sus características se trata de una biopic -primero sobre un suceso histórico y después sobre un personaje histórico-, una cinta de arte con cierto toque de cine experimental y acompañada por un auténtico espectáculo visual en algunas escenas, una cinta de astronautas y en la que se profundiza en un personaje, en lo que piensa y en lo que siente.
Comenzando en 1961 con Neil Armstrong -interpretado de manera atinada por Ryan Gosling– volando en una prueba del avión cohete X-15 cuando éste rebota inadvertidamente en la atmósfera y luego aterriza en el desierto de Mojave, la película se va desarrollando a lo largo de ocho años mostrando momentos clave en la vida del icónico astronauta para que logremos entender cómo percibía al mundo y todo lo que tuvo que pasar antes de convertirse en ese primer hombre en caminar por la superficie lunar. Primero vemos a un hombre que pierde a su hija de dos años de edad a causa de una enfermedad y que al poco tiempo es aceptado en un proyecto de suma importancia para colocar a Estados Unidos al frente de la carrera espacial que tenía lugar en aquella época.
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A partir de su incorporación como miembro activo del equipo del Programa Gemini, nos convertimos en compañeros de Armstrong en su largo camino para llegar a la Luna, uno lleno de momentos amargos y pérdidas con pruebas con resultados negativos acompañados de las muertes de varios astronautas, peleas entre el protagonista y su esposa quien por momentos se convierte en narradora involuntaria de lo que pasa alrededor de la responsabilidad con la que carga su esposo, episodios que marcaron a la sociedad norteamericana con ciudadanos reclamando por los altos costos de mandar a un hombre a la Luna mientras que en Estados Unidos existían distintas crisis que podían arreglarse con ese dinero e instantes en los que se hicieron presentes el miedo, las dudas y una variada montaña rusa de sentimientos en una persona común que estaba a punto de lograr algo extraordinario.
Obviamente, la misión del Apolo 11 por llegar a la Luna y todo lo que pasó para que eso fuera posible es una parte fundamental en el desarrollo de El primer hombre en la luna, pero al final resulta todavía más importante la historia sobre Armstrong, permitiéndonos conocer más acerca de él, de cómo se sentía, lo que pasaba por su cabeza y los múltiples obstáculos que tuvo que superar, también se hace énfasis en su vida familiar, sobre todo en la relación que tenía con su esposa y en cómo ella se convirtió en su principal apoyo emocional durante los años que él pasó inmerso en su meta espacial, de hecho ella termina robándose la cinta en algunas escenas gracias a la imponente actuación de Claire Foy, a quien desde ya nomino al Óscar en la categoría de Mejor Actriz de Reparto.
Desde que inicia la película se nota que es dirigida por Damien Chazelle, ya que cada toma posee ese estilo tan único que ha caracterizado sus trabajos anteriores, y dicho trabajo en la dirección le da forma adecuadamente en la pantalla grande a un guión centrado en un personaje al que realmente valía la pena analizar en el cine. La fotografía es otro elemento a destacar con impresionantes tomas que nos transportan directamente al espacio y que también le otorgan un enfoque especial a cada cosa que pasa e igualmente la música se convierte en otro personaje acompañando las secuencias para otorgarles una atmósfera idónea. Además, está el buen trabajo hecho en los apartados de edición y mezcla de sonido que te hace sentir ahí donde todo está ocurriendo, y por último hay que destacar la manera en la que se filmaron algunas partes que resultan claustrofóbicas y que nos transportan en cierta forma al interior de esas naves al igual que de los aviones que vemos en medio de la acción.
Combinando elementos de drama y tensión, El primer hombre en la luna es una experiencia cinematográfica bastante completa.
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