Antonio Arvizu es directo; “No haré el clásico elogio de Bergman, sino que le daré reconocimiento a su obra, no podemos abarcarla toda por obvias razones, pero lo que sí quiero hacer es tomar piezas claves de cómo Bergman es un invaluable transformador de la historia del cine”. Esto con un salón lleno, algo que incluso él no esperar arecibir, a tal grado de que en sus impresiones, contempló a unos cuantos.
Arvizu en su exposición comenzó a describir las influencias de Bergman, que eran sutil, jamás en la calca. El Jardinero (1912) y Los Proscritos (1918) de Victor Sjöström son pruebas elementos temáticos dentro de su obra: los amores imposibles triangulados, la voz femenina adelantada a su época. El primer trabajo profesional de Bergman sucede en Suplicio labor enteramente textual. “Hay expertos que mencionan que Bergman es más prolífico como autor que como director, incluso como dramaturgo”.
El otro trabajo que Arvizu destaca, es en el alter ego femenino, cosa que termina siendo cuestionable en tiempos modernos; “En Tres Mujeres vemos a Bergman dirigiendo una película con auto alusiones, generando sus habituales alter egos, lo cual es un misterio porque nunca hemos entendido el total razonamiento de su decisión, sobre todo si tomamos en cuenta que además de genio, era manipulador”.
También es curioso que en el análisis, podemos ver que Bergman hace una labor de influencia/remake sin dejar de ser agresivo en sus planteamientos, sobre todo en el de su propia psique. El Circo (1928) de Herbert Brenon retrata a un payaso víctima de su propia triste vida, cosa que en Noche de Circo (1953) retrata de manera fidedigna, pero imposibilitando al payaso protagonista de manera más cruenta (curiosamente, esto también daría paso a su manía por el circo, que de paso era una afronta al estilo dramatúrgico del teatro frente a la tendencia de cine, llegando a ser más reflexivo con El Mago (1958) “por mucho, la más incomprendida de las obras de Bergman”.
Con Arvizu llegamos a entender a un Bergman fuera de la leyenda, quizás más agresivo que de costumbre, algo inusual para un director al que entendemos como sensible. Su única comedia la realizó con aspiraciones suicidas por un supuesto cáncer, rechazando su oleada de premios –que obviamente iba a conseguir con mayor obligación tras el repudio- y su declaración final de cansancio utilizando como pretexto un video casero de su hijo en donde retrata sus temas cotidianos frente a una película que nunca se realizó.
Y de manera más sensible, entendimos la relación de Bergman con otros directores, a los que llegaba a incomodar, a sacar fuera de quicio, a no ser el Bergman del cine, porque el Bergman de la vida real estaba para disfrutar, su cine ya hablaba mucho de él. “Bergman era un compulsivo, pero ¿Por qué lo hacía? ¿Para distraerse? ¿O para explorar su potencial como realizador. La respuesta nunca ha sido clara, ni tiene por qué.