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Extraño pero Verdadero
Dirección: Michel Lipkes
Selección Oficial México
La Escala Richter dice: “¿Los sueños son de Dios o del Diablo?” Esta pregunta surge cuando vemos a nuestra pareja principal de la película juntos en cama, viéndose a los ojos, como si no existiera otra cosa en este mundo. ¿Los sueños son algo que Dios nos da para seguir adelante y luchar por algo mejor, o algo que el Diablo nos mete en la cabeza para creer que nuestro mundo podría ser mejor? Nadie sabe de dónde vienen los sueños, ni porque como seres humanos siempre anhelamos algo que quizás nunca será posible, pero cuando uno pertenece a un mundo en el que al parecer uno corre constante peligro y no parece haber esperanzas de escapar (al menos con tu humanidad intacta), uno se aferra a cualquier esperanza que encuentre. Cualquier oportunidad de protección y cualquier señal que a uno le diga que las cosas podrían estar bien, aunque simplemente sea en una fantasía que surge cuando uno está dormido. Esa esperanza puede estar en haber encontrado el amor.
Jonathan (Kristyan Ferrer, a quien debo admitir, me tardé en reconocer) y Yesi (Itzel Sarmientos) trabajan en un camión de basura conducido por el “Maestro Limpio” (Luis Enrique Parra). Dejaremos pasar lo obvia que es la ironía de ese nombre. Este camión es usado para cubrir unos negocios sucios que suceden y siempre y cuando estos dos hagan lo que el Maestro Limpio quiera, están protegidos. Claro, una de las cosas que quiere es a Yesi, cosa que significa que él no puede saber que ella y Jonathan están enamorados. Yesi es el único personaje femenino en esta cinta (sin contar una que otra figura ambiental), por lo que su arco dramático, carga mucho peso en la historia. Itzel Sarmientos tiene una presencia magnética. Con pocas palabras y cambios de expresión muy sutiles, logra expresar una desesperación y un fatalismo que la lleva a un acto que uno no hubiera pensado posible de ella (hasta que uno se da cuenta que no sabemos mucho de ella, fuera del mundo en el que vive). Jonathan como personaje no causa el mismo impacto que Yesi, aunque siento que es parte del diseño del cineasta Michel Lipkes, mostrar el arco de una mujer que pasa de ser una víctima a tomar un cierto control.
La película está filmada en blanco y negro, un elemento que sirve para crear una cierta distancia y objetividad ante la crudeza que vemos en estas imágenes. La película retrata una violencia constante, a veces sin mostrarnos quiénes las causan ni quiénes son las víctimas, y el blanco y negro (hermosamente logrado por el fotógrafo Gerardo Barroso) le da un sentimiento como de documento histórico, algo de lo que nos podemos distanciar, pero que los personajes que vemos en escena lo tienen que vivir. Es una película que te avienta a la violencia de estos basureros de inmediato, a través de un silencio enervante que no te permite respirar y que mantiene como único aliento de lo desagradable que es este mundo esta historia de amor que nos da algo a qué aferrarnos, así como un retrato trágico de lo que uno pierde cuando está en este mundo en el que no puede más que soñar lo que sería estar en un mundo mejor.
Extraño pero verdadero se proyectará hoy a las 16:00 hrs en el Auditorio de la Universidad de Guanajuato en Guanajuato Capital.
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Los Años Azules
Dirección: Sofía Gómez-Córdova
Selección Oficial México
La Escala Richter dice: En la vida tenemos dos familias: la familia en la que somos los hijos y en la que somos los padres. Existieron tiempos en los que pasábamos de una a la otra sin ninguna transición en medio, pero ahora es muy común que los jóvenes decidan descubrir quiénes son antes de formar ese segundo modelo familiar. Ese tiempo en el que empezamos a ganar nuestro propio dinero y queremos nuestra independencia, y aún cuando estamos apretados de dinero, queremos saborear esa independencia a toda costa. A veces durante esa transición uno necesita una familia, aunque sea una temporal y una que no esté construida por gente con la que uno comparta un lazo sanguíneo. Esa familia pueden ser tus mejores amigos, o la gente con la que uno comparte una casa en la que no podría pagar la renta si vivera ahí solo. Los Años Azules trata de cinco personajes que parecen vivir en mundos diferentes, pero residen en la misma casa en algún lugar de Guadalajara con un gato que se quedó ahí por un dueño anterior y que ahora se ha vuelto una parte imprescindible de ese espacio.
En esta casa viven Jaime (Luis Velázquez), Silvia (Ilse Orozco), Andrés (Juan Carlos Huguenin) y Angélica (Natalia Gómez Vázquez), cada quien en su espacio y con sus acuerdos para cohabitar, pero ha llegado un torbellino para perturbar la paz que han logrado estos roommates: Diana (Paloma Domínguez), una actriz luchando por vivir de ello y que ha traído más alborotos de los que había antes, pero también fuerza a los cuatro roomies originales a acercarse. Andrés expresa sus sentimientos por Angélica (que siempre se la pasa estudiando) y Silvia logra soltar todo lo que la estresa al conectarse con Jaime, su roommate gay que anda tras el “novio” de Silvia (si es que es eso) y eventualmente tras su hermano que recién salió de la adolescencia. Es una cinta contemplativa que nos muestra momentos diferentes de cada uno de estos personajes, sus relaciones entre sí y aquellas que sostienen con sus padres. La mamá de Jaime lo visita constantemente por su ventana y no parece tener ningún problema con que él sea gay y los papás de Angélica están constantemente dándole dinero para que arregle la casa y por eso el resto de los roomies la ven como una “fresa”. A los papás de Diana los conocemos a través de las veces que la vemos hablar con ellos.
La estrella de la película es la casa, un triunfo en diseño de arte, ya que su entorno expresa la melancolía de estos años adultos en los que uno siente que ya debería haber averiguado lo que está haciendo. La fotografía de Ernesto Trujillo tiene esos tintes azules que le agregan a esa melancolía que da lugar a esa camaradería que nos indica que estos personajes, a pesar de todo lo que pasan, están juntos. Siendo un retrato de vidas cotidianas, la directora y coguionista Sofía Gómez Córdova inyecta bastante humor, incluyendo uno intelectual (mi favorito es el nombre del gato, Schrodinger, que sólo Angélica puede pronunciar) y a pesar de ese tono melancólico que le otorga, nunca es desesperanzador. Cuando consideramos las historias que vemos en el cine mexicano, nos damos cuenta que estos cinco personajes van a estar bien. Este es simplemente un momento por el que deben pasar, una cierta incertidumbre en cuanto a sus rumbos de vida y este momento juntos, para eventualmente separarse y seguir por aquellos caminos que otorga la vida.
Los Años Azules se proyectará mañana a las 14:00 hrs en el Teatro Juárez en Guanajuato Capital.
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