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White Sun
Dirección: Deepak Rauniyar
Selección Oficial Largometraje Internacional
La Escala Richter dice: Todos nos vamos a morir. Eso quizás suene como algo deprimente, pero al final es algo que nos une a todos. Sin importar nuestras diferencias de género, creencias religiosas, ideologías políticas o edades, estamos unidos como seres humanos por el hecho que todos nos vamos a morir. La muerte de alguien implica que la gente más cercana a esa persona se junta y se reconecta, cosa que tiende a llevar a conflictos y si las cosas salen bien, a nuevos acuerdos. Chandra (Dayahang Rai) abandonó su aldea en las montañas de Nepal cuando fue a pelear en la Guerra Civil del lado Maoista, cosa que lo ha puesto en conflicto con todos en su aldea. Cuando muere su padre, Chandra regresa después de muchos años y entre los conflictos que debe solucionar está uno con su hermano Suraj (Rabindra Singh Baniya) quien le resiente por nunca regresar y por su ideología política, y con Durga (Asha Maya Magrati) que en algún momento fue su esposa y ahora quiere que reconozca a su hija Pooja (Sumi Malla) como su hija también, para que pueda meterla a una escuela en la ciudad (ya que quiere que ella crezca donde valoren a las mujeres).
Para una película que abarca tanta política (el comunismo, el trato a las mujeres, las tradiciones), es impresionante que no se siente tan pesada, y eso es porque el director Deepak Rauniyar (que también escribió el guión junto con David Barker) mantiene la política a un nivel personal. Se utiliza como contexto para generar conflictos, incluyendo uno con Badri (Amrit Pariyar), un niño huérfano que se le pega a Chandra y finge ser su hijo, hasta que se entera que Chandra es Maoista, y el conflicto con todos los viejos de la aldea que ven como cada una de sus tradiciones para enterrar a un líder de su comunidad se ven arruinadas porque estos dos hermanos no pueden dejar sus conflictos atrás. En términos de guión, esta también es una cinta que utiliza muy bien a sus personajes infantiles. Los niños en el cine tienden a ser un reflejo hacia el futuro. Lo que hacen los niños en una película puede crear esperanza que el futuro sea mejor y también ayuda que Badri y Pooja son personajes muy bien construidos, como seres humanos y como representaciones de una esperanza para el futuro (Pooja, por ejemplo, es la esperanza de una madre de un mundo en el que las mujeres podrán tener un mejor lugar en el mundo).
Rauniyar, junto con su fotógrafo Mark Ellam, aprovecha las montañas de Nepal para darle a cada escena una vista que se usa para darle mayor profundidad al drama o para crear momentos cómicos (el cadáver del papá de Chandra y Suraj pasa gran parte de la película en una colina rodeado de viejos que no pueden cargarlo, por ejemplo) y también le da una atemporalidad aparente a la historia (aunque esté situada en el Siglo 21, cosa que sabemos por la Guerra Civil Nepalesa) que permite que la historia se sienta universal. Dayahang Rai carga con la historia, creando un personaje que tiene la presencia de un héroe, empezando con el hecho que carga el peso del mundo en sus hombros, pero con una cierta acidez que a momentos lo hace desagradable, aunque nunca al grado que el público se pone en su contra, y aunque Durga no tiene tanto que hacer, Asha Maya Magrati aprovecha esos momentos en lo que su personaje tiene la oportunidad de tomar el control de una situación. Es una historia armada de conflictos que al final refleja lo absurdo que son la mayoría de estos conflictos ante una de las grandes verdades de la vida que nos une a todos.
White Sun se proyectará en Guanajuato Capital hoy, a las 18:00 hrs, en el Auditorio de la Universidad de Guanajuato.
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Weirdos
Dirección: Bruce McDonald
Proyección Gala Canadá
La Escala Richter dice: “¿Crees que la gente es suertuda o que no es suertuda?” Esto le pregunta Kit (Dylan Authors) a su novia Alice (Julia Sarah Stone) en esta cinta que trata de esta pareja de adolescentes (ambos de 15 años) que emprenden un viaje a Sydney, Nova Scotia para encontrar a la mamá de Kit. Es una cuestión que resurge a lo largo de la historia y toca algo esencial de la vida que todos eventualmente llegamos a entender: la suerte está presente en todo lo que nos pasa. A veces tenemos suerte con los papás que nos tocan, el lugar en el que vivimos, la época en la que vivimos, las personas que nos encontramos, la persona de quién nos enamoramos… y a veces no tenemos suerte en una o en todas estas áreas. La vida es una colección de momentos afortunados, y algunos menos afortunados y entre algunos de esos momentos podemos meter una que otra decisión que tomamos, pero en general, a diferencia de lo que llegamos a pensar cuando somos jóvenes, las decisiones que nos toca tomar en el transcurso de nuestras vidas no son muchas y siempre llega el momento en el que uno tiene que aceptar eso y estar conforme con las pocas decisiones que uno puede tomar.
Esta cinta de Bruce McDonald está ubicada en el Canadá de 1976, cuando recién terminó la Guerra de Vietnam y Estados Unidos está por celebrar sus 200 años como nación. Es una época en la que este continente sigue recuperándose de las heridas de los años 60 y Kit va en busca de algo mejor en su vida, mientras que Alice lo acompaña porque está enamorada de él. Siendo una película situada en los años 70’s, la mayor influencia parece ser el cine de Peter Bogdanovich (The Last Picture Show, Paper Moon), quien en los 70’s utilizó el blanco y negro para darle un cierto romanticismo a una época que ya pasó, y ahora Bruce McDonald y su fotógrafa Becky Parsons utilizan esa misma herramienta para darle ese romanticismo a esta época, sin perder de vista todo lo que la hizo complicada. Las influencias de Bogdanovich no terminan ahí, ya que como en The Last Picture Show, esta es una cinta que se toma en serio a la juventud y a las preocupaciones que tienen. Son jóvenes que experimentan con drogas, fuman, hablan de querer tener sexo (posiblemente algunos han tenido sexo, pero eso no nos toca saberlo), les mienten a sus padres y andan en busca de respuestas a preguntas a las que se empiezan a dar cuenta que nunca podrán responder. La cinta toma estos detalles como una realidad sin darle mucha importancia y simplemente resulta ser algo que le agrega a lo auténticos que se sienten estos personajes.
Hablando de “auténtico”, esta película no sería el triunfo que es sin sus dos actores principales, ambos retratando emociones complicadas en una edad tortuosa con una madurez impresionante. Stone es simplemente radiante interpretando a Alice, mientras que Authors carga con el peso emocional de la historia. Se aprecia que aún siendo una historia que retrata la adolescencia, el guionista Daniel MacIvor trata a los adultos con el mismo respeto, sacando impresionantes actuaciones de Allan Hawco y Molly Parker (los papás de Kit). El guion presenta a estos personajes a base de conflictos basados en secretos que esconden y errores que cometen por la época en la que viven y por el simple hecho que son seres humanos y no escogen sus emociones (o las posibles condiciones mentales que tienen). No sé qué tan acertado se me hace que Kit se imagine a Andy Warhol (Rhys Bevan-John) para tener con quién platicar, ya que son los únicos momentos en los que siento que la cinta no confía que el público entienda de lo que se trata (a pesar de que aprecio mucho la interpretación que este actor le da a Andy Warhol). De todas formas, esta es una cinta que tiene todo lo que uno puede pedir en una película: personajes entrañables, conflictos auténticos, mucho humor, unas cuantas lágrimas y un sentimiento de satisfacción al haber pasado tiempo en este mundo y con estos personajes que nos enseñan que nada es tan malo como parece cuando tienes alguien que te apoya.
Weirdos se proyectará como parte del Evento de Gala Canadá en Guanajuato Capital, hoy a las 20:30 hrs en el Teatro Juárez.
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