La perspectiva de un mundo imaginario
Javier es un joven y prometedor director originario de Tijuana y realizador de Bombay, una película muy personal, poco convencional y muy humana, que fue proyectada por primera vez en esta edición del Festival Internacional de Cine Guanajuato.
Tratando de retratar, de cierta forma, su llegada a la ciudad de México, esta historia cuenta lo duro que fue para él aterrizar en un mundo tan diferente a lo que estaba acostumbrado, “no es una película para todos, es algo muy personal sobre la relación que tengo con mi mamá”, expresa.
En cuanto a sus próximos proyectos, Javier tiene actualmente un documental en postproducción, el cual fue filmado en Tijuana y está en desarrollo de una película de ficción para la cual obtuvo un fondo para escritura de IMCINE que en el 2016 fue asesorada; comenta que el guión está casi terminado, así que el próximo paso es comenzar a buscar su financiamiento.
ENTREVISTA
¿Quién es Bombay?
Bombay es un maniquí encontrado por el personaje principal, Armando (Armando Espitia), en una bodega abandonada y es quien le hace compañía una noche que él se queda encerrado en su trabajo. Es un personaje que no habla con nadie y este maniquí es una forma de desahogar todo lo que quiere decir.
¿Por qué abordas el tema de la enfermedad mental? ¿Cuál es la historia que te inspiró a escribir esta película?
La mamá de Armando está internada en un psiquiátrico y a él no lo recuerda, no sabe que es su hijo quien la visita. La historia salió a partir de que yo me fui de Tijuana a la Ciudad de México recientemente y no encajaba ahí. Es muy diferente, tanto geográficamente como en las costumbres de la ciudad, la cantidad de gente que hay, es muy abrumador y te consume, vilmente eres una hormiga dentro de una selva. Al principio cuando yo llegué y me desarrollé los primeros meses, no hablaba con nadie y pasar esos días sin hablar donde todo está en tu cabeza nada más y que la única frase que digas sea el “gracias” en la calle cuando compras algo, me hizo darme cuenta de que, eso te puede volver loco.
Es una película muy personal sobre la relación que tengo con mi mamá y yo me fui muy al extremo de cómo están retratados los personajes, pero siento que de eso se trata escribir una ficción; exagerar las cosas y buscar metáforas para dar a entender lo que uno quiere decir, este sentimiento de extrañeza, nostalgia y comunicación, de empatizar con alguien. Cada quien vive en un mundo en el cual no encaja, no pertenece y de cierta forma trata de encontrarse, de eso se trata la película.
¿Cuánto tiempo te tomó realizar el proyecto, desde que lo ideaste hasta terminar?
Fue un proceso bien largo, tuve que escribir un guión como tal para poder producirla, aunque la hicimos de una forma muy independiente, pero era necesario para tener un control de plan de rodaje, pero realmente fue una escaleta nada más. Yo no quería que existiera uno, no quería diálogos forzados ni estrictos y en 2014 nace la idea, en lo que se desarrolla, llega a papel y después a la productora, y hasta terminar, fueron como tres años. Como es una película independiente, al final de cuentas casi todos éramos de fuera, del norte, y producir en Ciudad de México, ese fue otro reto e hizo que la película tuviera tiempos más prolongados que si hubiera tenido otro tipo de financiamiento.
Filmar fue como un récord porque tuvimos siete días de rodaje y luego yo filmé secuencias en Hi8 y VHS y estuve haciendo tomas con el actor que nos tomaron no más de dos días. Todos están muy comprometidos en el equipo y la productora y se logró, pero a jornadas maratónicas.
¿Cómo fue tu relación con el actor, cómo lo escogiste?
El personaje está escrito para Armando, lo conocí antes en otro proyecto, de hecho estuvimos aquí en el GIFF en un foro de coproducción y a raíz de ahí dije, esta persona la quiero para este proyecto. Después de ver Heli, que es una película muy importante para México y que me gusta mucho, me casé con su figura, que es muy específica, ya que no puede pasar por el mexicano promedio y yo quería que el personaje principal pareciera y se sintiera como si tuviera una identidad mexicana, pero que pareciera otras cosas también, en ciertas escenas o ángulos parece una mujer o medio andrógino, incluso su corte de cabello, parece un personaje de animé; personajes flacos, pálidos, sin expresión, como un maniquí. Esa era la idea y yo sabía que él era el indicado porque lo conozco personalmente, ya somos amigos y cuando lo veo actuar siento que el tipo puede encarnar una personalidad distinta cada vez. Es muy talentoso para poder lograr lo que se le propone.
¿Qué mensaje esperas dejarle a la gente que verá Bombay?
Lo que me importa decir con la película es que, ésta aborda el tema de la salud mental y lo que me gustaría transmitir es que, si alguien necesita ayuda, que la busque. Aquí es muy ignorado el hecho de pedir ayuda, la cultura en México es “aguántate lo que traes y encierra los sentimientos” y no poder expresarte. Habla acerca de eso y de no hacernos daño. Habla también de la memoria, muy sensiblemente y sin querer que se centrara tanto en eso, pero la locación principal es un departamento en Tlatelolco y tiene mucho que ver el movimiento estudiantil, la represión y la matanza del 68 subliminalmente, porque a raíz de esto es que uno de los personajes está como está, del impacto que es vivir una masacre y cómo se queda esa cicatriz ahí que te marca y que no te deja seguir.
Me interesaba mucho hablar en el sentido de que uno de los personajes pierde la memoria, pero está basándose en una negación o un olvido por no querer pasar por ese capítulo de la historia y es algo que no debemos hacer. Debemos recordar y no volver a pasar por eso, si seguimos olvidándonos a reprimir esas memorias no podremos salir de donde estamos.