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“¡Esto es una chaqueta de serpiente!, y para mí es un símbolo de mi individualidad y mi creencia en la libertad personal”.  Wild At Heart, David Lynch

Esta inolvidable línea en Wild At Heart bien podría servir de rúbrica en la deslumbrante carrera de Nicolas Cage. Su filmografía como actor, la cual rebasa ya el centenar de películas, refleja una pasión por la libertad que sólo otorga el lograr ejercer la voluntad indómita.

Nacido bajo el nombre de Nicholas Kim Coppola en Long Beach, California, Cage es hijo de un matrimonio compuesto por una coreógrafa y un profesor de literatura. Desde muy joven admitió sin reservas la influencia de artistas como Edgar Allan Poe, James Dean o Jack Kirby. Fue en 1976 que se mudó a San Francisco, donde comenzaría a actuar en la compañía American Conservatory Theatre. Con el tiempo se mudó nuevamente, esta vez a Los Ángeles.

En 1982 debutó con la cinta Fast Times at Ridgemont High, de Amy Heckerling, la cual también sirvió de escaparate para otras grandes figuras de la actuación como Sean Penn o Jennifer Jason Leigh. Prolífico desde el inicio, Nicolas Cage estelarizó en los años 80 cintas memorables como Birdy, Peggy Sue Got Married, Moonstruck o Raising Arizona (esta última de los Hermanos Coen), revelando inmediatamente todo su potencial histriónico. Poseedor de una incontable colección de escenas clásicas en el universo cinematográfico, su trabajo ya mostraba que podían conquistar la trama más emotiva o desquiciar al más cuerdo de los personajes, como lo demuestra su desaforado papel de oficinista que pierde los cabales en Vampire’s Kiss.

En 1990 obtuvo el rol protagónico en Wild at Heart, ganadora de la Palma de Oro en Cannes y dirigida por el inigualable David Lynch. Poblada con referencias a la cultura popular de Estados Unidos, esta cinta le dio un escenario ideal para canalizar a Elvis Presley, uno de sus ídolos de toda la vida. Los contrastes violentos que caracterizan la mirada de Lynch se unieron felizmente a su enorme rango actoral.

A mediados de los noventa, después de estelarizar la comedia Honeymoon In Vegas y Red Rock West, Mike Figgis le otorgó el papel que lo lanzaría definitivamente al estrellato y le conseguiría el Oscar a Mejor Actor. Se trata de Ben Sanderson, el personaje central de Leaving Las Vegas. Basada en la demoledora novela semi-autobiográfica de John O’Brien, Leaving Las Vegas es una tragedia épica sobre un guionista alcohólico que decide beber hasta morir. La actuación de Nicolas Cage es un recordatorio de su capacidad para ir desde el exabrupto salvaje hasta la melancolía más conmovedora.

El carisma de Nicolas Cage desbordó a la industria de Hollywood y para la segunda mitad de los años 90 su inagotable energía fue capitalizada en destacadas cintas de acción. Después del éxito de The Rock, donde fue dirigido por Michael Bay, le siguieron otras dos cintas explosivas y fascinantes: Con Air y Face Off. En la primera alternó con John Malkovich y Dave Chapelle ejecutando una trama rocambolesca que termina con un aterrizaje de emergencia en el centro de Las Vegas. En Face Off el director hongkonés John Woo urdió una elegante propuesta visual que se eleva a alturas insospechadas gracias al duelo de actuación entre Cage y John Travolta.

1998 y 1999 serían años importantes en la carrera del californiano. De vuelta en manos de uno de los grandes maestros del cine —Brian De Palma—, su actuación en el thriller Snake Eyes lo mantuvo enfilado como estrella de acción. Le seguiría City of Angels, el remake norteamericano de Wings of Desire de Wim Wenders, cinta que causó una impresión perdurable en las audiencias gracias a la química que desarrolló junto a Meg Ryan, otorgándole calor y vida a una historia de amor marcada por la fatalidad.

A este éxito se sumó Family Man, dirigida por Brett Ratner. La cinta fue comparada con el clásico Un cuento de Navidad de Charles Dickens, pues su protagonista, un egocéntrico bróker de Wall Street cuya única obsesión es el trabajo y una vida llena de lujo, despierta un día en una realidad alternativa donde es un humilde vendedor de neumáticos casado con su antigua novia, a la que abandonó para no obstaculizar su carrera en el mundo de las finanzas.

Martin Scorsese vio en Nicolas Cage a su protagonista en el oscuro drama Bringin Out the Dead, el cual describe la desintegración mental de un paramédico insomne en la Ciudad de Nueva York. Ese mismo año estelarizó 8 milímetros, otra película de temática sombría en la que Joel Schumacher echa un vistazo estilizado al mercado negro de películas snuff.

En 2002, después de la cinta bélica Captain Corelli’s Mandolin, Nicolas Cage volvió a demostrar su altura en Adaptation. Esta película de Spike Jonze, con guión de Charlie Kaufman, le brindó la oportunidad de interpretar a dos guionistas gemelos. Uno de ellos intenta con todas sus fuerzas venderse a la maquinaria hollywoodense mientras el otro suda sin descanso un bloqueo creativo que le impide adaptar un libro sobre orquídeas. Su impresionante intervención doble en esta cinta le valdría una nominación al Oscar como Mejor Actor.

Su estilo, versatilidad y rango ya lo habían vuelto un actor incomparable en el cine contemporáneo. Siguiendo la línea de los blockbusters de acción, National Treasure lo presentó de nuevo a las audiencias del siglo XXI en la primera entrega de una exitosa serie que mezcla fantasía y aventura por partes iguales. En Lord of War, que con el tiempo ganó cierto seguimiento como película de culto, interpretó a un traficante de armas sin escrúpulos.

En 2009 Bad Lieutenant: Port of Call New Orleans lo unió con el director Werner Herzog. Ahí, Cage interpreta a un policía que cumple su deber abrazando la más baja corrupción moral como forma de vida. Tanto Herzog como Cage son artistas dispuestos a tomar riesgos más allá de lo habitual para lograr una obra que no se parezca a ninguna otra, y en esta cinta logran combinar sus voluntades en una mezcla explosiva de surrealismo, absurdo, violencia, nihilismo y buen humor.

Fanático de los cómics, Cage participó en adaptaciones como Ghost Rider y Kick Ass. Ya en la segunda década del nuevo milenio, prestó su voz a la exitosa cinta de animación The Croods y desafió tabús con Mom & Dad. En 2018 Panos Cosmatos tejió alrededor suyo la provocativa película de horror Mandy, una historia de venganza con inspiración lovecraftiana que combina con gran habilidad el género gore y la comedia siguiendo la tradición de clásicos como la franquicia The Evil Dead. Ese mismo año, le prestó su voz a una versión alterna del famoso superhéroe de Marvel en la aclamada cinta animada Spider-Man: Into the Spider-Verse, que se llevó el Óscar a Mejor Película Animada en la ceremonia más reciente.

Dispuesto siempre a retar los límites de la actuación, lo arcaico y lo moderno se unen sin miedo en uno de los últimos excéntricos de Hollywood. El estilo actoral de Nicolas Cage le ha ganado descripciones elogiosas como “el jazzista de la actuación estadounidense”, “trovador” o “poeta”. Comprometido con renovar las posibilidades de su oficio, Cage es consciente de la función espiritual que la interpretación histriónica guarda desde tiempos remotos.

Su estilo, que él mismo ha calificado como “expresionismo”, “nuevo chamanismo”, “mega-actuación” o “kabuki occidental”, desafía las convenciones y admite sin reservas el antiguo deber de expresar la imaginación colectiva a través de la creación y la representación.

El Festival Internacional de Cine Guanajuato se honra en homenajear a Nicolas Cage, un artista siempre cautivador, baluarte inconfundible de la libertad creativa que, tanto en su vida como en su carrera, demuestra ser capaz de hacer exactamente lo que desea sin perecer en el intento, lo que le ha ganado un lugar en la memoria de todos como uno de los actores más prodigiosos de las últimas décadas.